(Zenit/InfoCatólica*) Dos mujeres, en representación de los movimientos presentes, tomaron la palabra para ilustrar al Papa sus problemas y esperanzas. Se meditó sobre el Evangelio de las bodas de Caná, cuando Jesús transformó el agua en vino.
En su alocución, el Papa "exhortó a todos a tomar conciencia de manera concreta de las condiciones desfavorables a las que han sido y siguen siendo sometidas tantas mujeres, analizando en qué medida la conducta y las actitudes de los hombres, a veces su falta de sensibilidad o de responsabilidad, pueden ser la causa". Dirigiéndose a las mujeres que le escuchaban, vestidas al uso africano y con vivos colores, el Papa explicó que "hay que reconocer, afirmar y defender la misma dignidad del hombre y de la mujer".
"Ambos están llamados a vivir en profunda comunión, en un mutuo reconocimiento y don de sí mismos, trabajando juntos por el bien común con las características complementarias de lo que es masculino y de lo que es femenino", explicó. ¿Quién no experimenta hoy la necesidad de dar más espacio a las 'razones del corazón'?", se preguntó. "En un mundo, como el actual —respondió—, dominado por la técnica, se siente la necesidad de esta complementariedad de la mujer, para que el ser humano pueda vivir sin deshumanizarse del todo".
"Pensemos en las tierras donde abunda la pobreza, las regiones devastadas por la guerra, en tantas situaciones trágicas resultantes de migraciones forzadas...". "Casi siempre son las mujeres las que mantienen intacta la dignidad humana, defendiendo la familia y tutelando los valores culturales y religiosos", reconoció.
El obispo de Roma lamentó cómo la historia registra casi exclusivamente las conquistas de los hombres, cuando en realidad una parte importantísima se debe a acciones determinantes, perseverantes y benéficas de las mujeres. "En la actualidad nadie debería dudar de que las mujeres tienen pleno derecho a integrarse activamente en cualquier ámbito de la vida pública y su derecho debe ser afirmado y protegido mediante instrumentos legales".
Ahora bien, explicó, "el reconocimiento del papel público de las mujeres no debe menguar la función insustituible que tienen dentro de la familia". "Además, a nivel personal, la mujer siente la propia dignidad no tanto como el resultado de la afirmación de derechos en el plano jurídico, sino como directa consecuencia de las atenciones materiales y espirituales recibidas en el corazón de la familia".
"La presencia materna dentro de la familia es tan importante para la estabilidad y el crecimiento de esta célula fundamental de la sociedad, que debería ser reconocida, alabada y apoyada de todas las maneras posibles". Por este motivo, concluyó, "la sociedad debe reclamar a los maridos y padres su responsabilidad familiar".
El acto terminó con una oración de los presentes por la mujer africana. La última plegaría encomendó a Dios en portugués a "todas las mujeres maltratadas, violadas, oprimidas por tantos problemas sociales, para que sean valientes y denuncien los abusos para que tengamos una sociedad más justa".