(OMPress/InfoCatólica*) El obispo Sun firmó el decreto el 4 de abril de 1928. El 3 de octubre de 1929 tomaron el hábito las primeras 16 postulantes. En las viejas revistas misionales y en “Les Annales de Ste Thérèse de Lisieux” se pueden leer relatos sobre su desarrollo en China y sobre la actividad de las Hermanas durante la guerra chino-japonesa (1937-1945).
Esta congregación de las Hermanitas de Santa Teresa del Niño Jesús ayudaron, en aquel entonces, al nacimiento y consolidación de dos Congregaciones religiosas chinas: las Hermanas de Nuestra Señora de China y las Hermanas de Nuestra Señora, la Inmaculada. Pero en 1952, las cosas empezaron a cambiar, ya que las Hermanas fueron dispersadas por el gobierno comunista. Muchas tuvieron que contraer matrimonio a la fuerza, y otras pudieron escapar viviendo en la clandestinidad.
En 1982, China comienza un periodo de mayor apertura en cuanto a libertad religiosa y es entonces cuando tres Hermanas supervivientes se propusieron relanzar la Congregación. En 1986 comenzaron a buscar nuevas vocaciones. Pidieron y obtuvieron de la oficina de asuntos religiosos la autorización del gobierno. Con ese fin enviaron sus estatutos a distintas diócesis del país. Desde febrero de 1987 comenzaron a llegar las nuevas postulantes. El 15 de octubre de 1990 se pudo contar con un grupo de seis Hermanas de votos simples. El 1 de octubre de 1996 un grupo de nueve Hermanas emitió los votos perpetuos. Era un renacer, tras 44 años de aniquilamiento. Celebraron su capítulo general con las elecciones.
En 2006 el estado devolvió a la Iglesia un tercio de los bienes confiscados, como también la clínica propiedad de las Hermanas en Anguo. Actualmente esta congregación nativa china cuenta con 48 miembros, de los que 32 son Hermanas de votos perpetuos, 10 Hermanas de votos simples, 2 novicias y 2 postulantes.