(Luis F. Pérez/InfoCatólica*) Durante su conferencia, el cardenal Bertone ha hecho constantes referencias a la enseñanza del Papa Benedicto XVI sobre los Derechos Humanos.
"El Santo Padre", ha recordado el cardenal, "pone de relieve, en primer lugar, la responsabilidad que incumbe al Estado: todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población frente a las violaciones de los derechos humanos", de tal forma que, como declaró en su discurso ante la ONU, "si los Estados no son capaces de garantizar esa protección, la comunidad internacional ha de intervenir con los medios jurídicos previstos por la Carta de las Naciones Unidas y por otros instrumentos internacionales”.
Monseñor Bertone ha hecho énfasis en el hecho de que "cuando el Magisterio de la Iglesia habla de los derechos humanos no se olvida de fundarlos en Dios, fuente y garantía de todos los derechos, ni tampoco se olvida de enraizarlos en la ley natural. La fuente de los derechos no es nunca un consenso humano."
El cardenal ha recordado que el Papa declaró "que no puede existir un orden social o estatal justo si no respeta la justicia, y la justicia sólo puede alcanzarse con un previo respeto a los Derechos Humanos y a la dignidad natural de cada hombre, de cada persona humana, con independencia de la fase de su vida en que se encuentre". En ese sentido, Monseñor Bertone citó las palabras que Benedicto XVI dirigió en la reciente Jornada por la Vida a los obispos italianos: "La vida, que es obra de Dios, no debe negarse a nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso y mucho menos si presenta graves discapacidades. Por lo mismo, no podemos caer en el engaño de pensar que se puede disponer de la vida hasta legitimar su interrupción, enmascarándola quizá con un velo de piedad humana. Por tanto, es necesario defenderla, tutelarla y valorarla en su carácter único e irrepetible".
Familia
En relación a la institución familiar, el Cardenal Secretario de Estado ha declarado que "la familia es una institución a tutelar por el Estado" ya que la misma "es la fuente fecunda de la vida, el presupuesto primordial e irremplazable de la felicidad individual de los esposos, de la formación de los hijos y del bienestar social, así como de la misma prosperidad material de la nación".
Monseñor Bertone ha apelado a la doctrina cristiana y católica sobre la familia al asegurar que "la Iglesia proclama que la vida familiar está fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, unidos por un vínculo indisoluble, libremente contraído, abierto a la vida humana en todas sus etapas, lugar de encuentro entre generaciones y de crecimiento en sabiduría humana".
Tampoco ha olvidado señalar que "es a la familia, y más concretamente, a los padres, a quienes compete por derecho natural la primera tarea educativa, y a los que se debe respetar el derecho a elegir la educación para sus hijos acorde con sus ideas y, en especial, según sus convicciones religiosas".
En sintonía con la reciente sentencia del Supremo sobre la asignatura de religión, el cardenal ha asegurado que "la enseñanza confesional de la religión en los centros públicos resulta acorde con el principio de laicidad, porque no supone adhesión ni, por tanto, identificación del Estado con los dogmas y la moral que integran el contenido de esta materia. Asimismo, este tipo de enseñanza no es contraria al derecho de libertad religiosa de los alumnos y de sus padres, debido a su carácter voluntario".
Libertad religiosa
En relación a la libertad religiosa y las relaciones de la Iglesia con la comunidad política, el Secretario de Estado del Vaticano ha declarado que "el Estado democrático no es neutral respecto a la libertad religiosa misma, sino que, al igual que respecto a las demás libertades públicas, ha de reconocerla y crear las condiciones para su efectivo y pleno ejercicio por parte de todos los ciudadanos".
El cardenal ha recordado el discurso que el Papa pronunció ante los juristas italianos en el que afirmó que "no es expresión de laicidad, sino su degeneración en laicismo, la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión; en particular, contra la presencia de todo símbolo religioso en las instituciones públicas". Y reivindicando el papel de la Iglesia en la vida pública, monseñor Bertone ha declarado que "tampoco es signo de sana laicidad, negar a la comunidad cristiana, y a quienes la representan legítimamente, el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales que hoy interpelan la conciencia de todos los seres humanos, en particular de los legisladores y juristas". Se trata, ha explicado Bertone, no de "una injerencia indebida de la Iglesia en la actividad legislativa, propia y exclusiva del Estado, sino de la afirmación y defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad".
Monseñor Bertone ha asegurado que "la Iglesia se muestra respetuosa ante la justa autonomía de las realidades temporales, pero pide la misma actitud con respeto a su misión en el mundo y a las variadas manifestaciones personales y sociales de sus fieles".
En un claro posicionamiento ante una posible modificación de la legislación en materia de libertad religiosa en España, el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano ha advertido que "frecuentemente el principio de igualdad referido a las confesiones religiosas es entendido por algunos como uniformidad de tratamiento jurídico de ésas por parte de la ley civil. No es una interpretación correcta: el principio de igualdad, en efecto, se vulnera si se tratan situaciones iguales de modo diverso, pero también si se tratan situaciones diversas de igual manera." Monseñor Bertone ha añadido que "el principio de igualdad requiere por tanto que por parte del ordenamiento estatal haya una disciplina jurídica de las confesiones religiosas respetuosa con sus peculiaridades, teniendo también presente el arraigamiento cultural e histórico que cada una tiene en la sociedad".