(Laura Daniele/Abc) Abc entrevista a monseñor Iceta sobre la futura reforma de la ley del aborto anunciada por el gobierno.
-¿Considera hoy necesaria una reforma de la ley del aborto?
-Me gustaría decir, en primer lugar, que cuando se promovió en España la dispensación gratuita de la píldora RU-483, conocida como píldora del día después, además de afirmar que no es una píldora abortiva (afirmación que no se corresponde con la realidad, pues es un fármaco antigestativo y, por tanto, con un evidente mecanismo microabortivo), se decía que con ella disminuirían drásticamente los abortos quirúrgicos. El tiempo ha venido a revelar la falsedad de tal afirmación. Lejos de disminuir, además de la banalización de la relación sexual a la que tales métodos conducen, el número de abortos se ha disparado de modo alarmante.
-¿Qué iniciativas deberían tomase entonces?
-Creo que la legislación y los medios que nuestra sociedad necesita deberían ir encaminados en una triple dirección. En primer lugar, a ofrecer una adecuada educación afectivo-sexual a nuestros adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes, de modo que puedan vivir adecuada y gozosamente algo tan importante como es su capacidad de amar, su afectividad y su sexualidad. En el caso de que, a pesar de una adecuada educación y ayuda en este campo, una mujer se viera en la situación de portar un embarazo no deseado, en la circunstancia que fuera, la sociedad debería contar con personas e instituciones adecuadas que proporcionen la acogida y ayuda necesarias. En tercer lugar, me parece que es posible y necesario profundizar en políticas que protejan la maternidad y también la paternidad, la protección y cuidado de la mujer gestante, la protección y tutela del nascituro, así como una mayor cobertura y ayuda a las familias con hijos, particularmente en los primeros años de vida de éstos.
-¿Demanda la sociedad una regulación más flexible sobre el aborto?
-Parece evidente que no hay un consenso social sobre esta materia ni creo que entre las prioridades de nuestra sociedad esté ahora la reforma de la ley del aborto que, además, parece ir encaminada más bien a ampliar la normativa vigente. Existe, en cambio, una preocupación social en encontrar modos adecuados para la formación de los jóvenes en esta materia, en prevenir por medio de tal educación el aumento de embarazos no deseados y en ayudar y sostener la maternidad y los primeros años de vida de los niños, que suponen para las familias un gran esfuerzo en todos los sentidos, económico y también de recursos humanos (guarderías, colegios, ayudas en el hogar, etc.).
-¿Cómo ve que el comité de expertos creado por el Gobierno no cuente entre sus miembros con representantes pro vida, de la Iglesia Católica ni demás confesiones religiosas?
-Me parece que le falta la necesaria pluralidad representativa de todas las sensibilidades de nuestra sociedad. La ausencia de representantes de los grupos anteriormente mencionados parece indicar que no se pretende analizar en profundidad la cuestión del aborto, la problemática que subyace, las causas que lo producen, la proposición de ideas y caminos nuevos, muchos de ellos por explorar, sino que se pretendería ver en qué modo es posible ampliar y ejercer lo que falsamente se defiende como un supuesto derecho.
-¿Considera que puede plantear una reforma objetiva de la ley?
-Lo que le diría es que si lo que realmente se pretende es la reforma de la ley de modo objetivo e imparcial, o buscar simplemente el modo en que es posible ampliar los supuestos actualmente permitidos. Su composición ya desvela la dirección inicial del trabajo y, por tanto, apunta hacia cuál parece ser la tendencia de la decisión final.
-Entre las posibilidades que baraja el Gobierno está el aborto libre en las doce primeras semanas de gestación.
-No debemos minusvalorar el conflicto personal, social, psicológico, familiar que un embarazo no deseado produce en la mujer. Y esta mujer debe ser acogida, acompañada y ayudada. Ahora bien, en el debate del aborto, el gran olvidado es siempre el nuevo ser humano que se está gestando. Y tal ser humano tiene derecho a tutela y protección. Por eso, creo que nuestra sociedad es capaz de proporcionar medios y caminos que protejan tanto a la mujer gestante como al niño. El derecho a la vida del niño es un derecho fundamental y de primer orden que es preciso tutelar. En este sentido, nuestra legislación posee lagunas que sí necesitan ser subsanadas.
-¿Qué implicaciones puede tener el aborto libre?
-El que la sociedad olvide la dignidad de esta nueva vida que comienza, el que rechace su acogida y opte por su eliminación para solucionar un problema, que puede encontrar otros caminos de solución respetuosos con la vida, muestra la pendiente inexorable hacia el embrutecimiento de la sociedad, la decadencia de una civilización que tanto bien ha hecho por la humanidad y lo que tantos filósofos han denominado como la abolición del hombre.
-¿Está aceptado socialmente el aborto en España?
-En nuestra sociedad hace ya mucho tiempo, 23 años, que se practica el aborto y con cierta periodicidad aparecen campañas que muestran tal procedimiento como un camino adecuado a seguir en el caso de un embarazo no deseado, además de olvidar, minusvalorar o incluso negar la realidad del ser humano concebido y su inherente dignidad. Llega un momento en que el aborto es tácitamente aceptado, al menos como un mal tolerable, y aquellos que se oponen son tildados de integristas, fundamentalistas, faltos de corazón y entrañas. Es decir, precisamente el mundo al revés.
-¿Cuál es la labor de la Iglesia?
-La Iglesia, por ejemplo, siempre ha sostenido y sigue sosteniendo y apoyando instituciones de acogida a la mujer gestante en situaciones de dificultad y de ayuda a la maternidad. Existen también asociaciones de carácter civil que también lo hacen y hay que apoyarles y animarles en esta preciosa labor. Hoy en día aparecen nuevas instituciones como la conocida Red Madre, que van en la misma dirección de acogida y ayuda.