(Luisa Moreno/La Razón) Un mundo sin verdad es la enfermedad de nuestro tiempo. "La religión buscada a la `medida de cada uno´ (...) es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte", aclara Benedicto XVI.
El Dios cristiano. "Sin una cierta cantidad de amor, no se encuentra nada".
La santidad. "Los santos son verdaderos portadores de luz en la historia porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor".
El amor. "La mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor".
La comunión. "Es la que me hace salir de mí mismo para ir hacia Él y, por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos".
El valor de la vida humana. "Una sociedad que se olvida de Dios, que excluye a Dios precisamente para tener vida, cae en una cultura de muerte. Por querer tener la vida, se dice `no´ al hijo, pues me quita parte de mi vida; se dice `no´ al futuro, para tener todo el presente".
Su interpretación del fútbol. "A mi juicio, la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole cómo puede enfrentarse con los otros de una forma noble".
El celibato. "Tiene un doble sentido, uno cristológico y otro apostólico. No se trata de ahorrar tiempo -como no soy padre de familia dispongo de más tiempo- aunque sea verdad, eso sería una visión demasiado banal y pragmática. Se trata de una existencia que se lo juega todo a la carta de Dios, y renuncia a lo que normalmente convierte la existencia humana en una realidad madura y prometedora".
El pecado. "No se trata de quitarle al hombre el gusto por la vida ni de coartársela con prohibiciones y negaciones. Se trata sencillamente de conducirla hacia la verdad y, de esta manera, santificarla".
Seguir a Cristo. "Los cristianos han de estar siempre dispuestos a hacerse esclavos los unos de los otros. De este modo realizarán la revolución cristiana".