(M.V./La Razón) "Los girasoles ciegos", que acaba de ser elegida como película que representará a España en los Oscar de este año, es la libre adaptación del director José Luis Cuerda de la premiada novela del fallecido escritor Alberto Méndez, militante del partido comunista. Méndez narra cuatro historias diferentes de la posguerra española que en la película han quedado reducidas a una sola. "Esta reducción perjudica mucho a una película ya de por sí muy previsible, tanto en lo que cuenta como en sus maneras ideologizadas", explica Ana Sánchez de la Nieta, crítico de cine. "En este sentido, Cuerda no tiene empacho en hablar de sus intenciones: `La religión es lo peor del hombre´, absolutiza, y conforme a esto, realiza un retrato de la Iglesia católica voluntariamente ofensivo e hiriente", asegura. "De cualquier modo, la novela tiene mucha más fuerza que la cinta, que es menos sutil e impactante y que, en muchos momentos, cae de lleno en el maniqueísmo", concluye.
Segundas intenciones
Otro caso similar es el de la película "Camino", estrenada estos días en el Festival de San Sebastián, en el que no ha obtenido ningún premio. El director, Javier Fesser, ha presentado esta película como un supuesto homenaje a la niña Alexia González-Barros, fallecida en 1985 a causa de un cáncer, cuando en realidad se trata de un filme "opuesto frontalmente a cuanto Alexia encarna", según la asociación que impulsa su causa de beatificación.
"Javier Fesser nos ofrece una interminable y aburrida película cuya primera intención es tan sorprendente como carente de interés: `demostrar´ que el proceso de beatificación de Alexia González-Barrios es un fraude. Extraña motivación para una película comercial", explica el crítico de cine y director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal, Juan Orellana. "Javier Fesser decide que eso no puede ser, que hay engaño en el asunto, aunque sea involuntario, y que el Opus Dei ha utilizado a esta chica para inventarse una santa que diera impulso a su institución. Entonces teje una historia de ficción, en torno a una niña llamada Camino –como el famoso libro del fundador del Opus Dei", explica. "Fesser nos ofrece un patético boceto de un miedo a la muerte no resuelto, de una incomprensión nada inocente de una visión cristiana de la vida, de la enfermedad y de la muerte, y un rechazo agresivo hacia aquello que no comprende: el odio a la diferencia", concluye Orellana en una síntesis de algo que empieza a resultar demasiado común.