(Alex Navajas/La Razón) San Bernardo, san Ignacio de Loyola, san Antonio María Claret, san Juan Bosco... La lista de fundadores de congregaciones religiosas masculinas que han alcanzado la santidad se podría extender mucho más. Sin embargo, sus órdenes e institutos entraron en un oscuro túnel tras el Concilio Vaticano II y la salida del mismo no parece próxima. Desde la década de los 60 del pasado siglo, se han visto obligadas a cerrar cientos de casas y obras de apostolado, y el número de sus miembros consagrados ha caído notablemente.
Según un estudio comparativo de los Anuarios Pontificios entre 1974 y 2008 realizado por el abogado e historiador Francisco José Fernández de la Cigoña, algunas de las congregaciones religiosas más beneméritas de la Iglesia han llegado a perder más de un 60 por ciento de sus efectivos, como es el caso de los hermanos de las Escuelas Cristianas. La institución, fundada por san Juan Bautista de La Salle a finales del siglo XVII, ha perdido en 35 años a 9.034 de sus miembros, pasando de 14.517 religiosos a contar con sólo 5.473. Además, la congregación dedicada a la enseñanza ha pasado de dirigir 1.523 casas a 864.
Congregaciones educativas
Ésta parece ser la tónica que han seguido otros institutos dedicados a la educación. Es el caso de los hermanos maristas y de los marianistas, que se han reducido a la mitad en ambos casos, o el de los escolapios, congregación española fundada por san José de Calasanz que ha perdido al 30 por ciento de sus miembros. Los salesianos de san Juan Bosco se reducen en un 20 por ciento, aunque continúa siendo una de las congregaciones más numerosas de la Iglesia, con más de 16.000 religiosos.
Se da el caso también de órdenes que están a un paso de la extinción, como ocurre con los jerónimos, que apenas contaban con 14 consagrados en todo el mundo el pasado año; los mercedarios descalzos, 51 miembros; los ardorinos, apenas 40, o los doctrinarios, 89.
Otras de las grandes congregaciones de la Iglesia han sufrido también importantes caídas. Es el caso de los jesuitas, un 36 por ciento menos que hace 35 años, aunque aún cuentan en sus filas con más de 19.000 sacerdotes. Los dominicos suman 6.044, pero han perdido casi un 40 por ciento de efectivos, el mismo porcentaje que los franciscanos, que alcanzan los 15.256 miembros.
Una benigna primavera vocacional
Pese a que, según los Anuarios Pontificios, las congregaciones religiosas han perdido más de 50.000 sacerdotes desde el Vaticano II, algunas de ellas han logrado mantenerse. Entre las grandes, el caso más significativo es el de los verbitas, que han aumentado un 14 por ciento y ya son 6.096. Los carmelitas descalzos pasan de 4.000, casi 500 más que en 1974. La congregación que ha experimentado el mayor incremento en la Iglesia es la de los legionarios de Cristo, que sube un 190 por ciento, hasta alcanzar los 2.059 religiosos. Insuficientes, sin embargo, para paliar el largo invierno de las congregaciones.