(Agencias/InfoCatólica*) El presidente estadounidense, George W. Bush, habló este domingo en favor de la libertad de culto en China al participar en un oficio y decir al gobierno de Pekín que no tiene nada que temer de la religión antes de reunirse con su homólogo chino, Hu Jintao. 'Laura y yo acabamos de tener la gran alegría y el gran privilegio de practicar nuestra fe aquí, en Pekín, en China', dijo Bush tras haber asistido a un servicio religioso en el templo protestante de Kuanjie. 'Esto muestra simplemente que Dios es universal, que Dios es amor, y que ningún estado, ningún hombre ni ninguna mujer deberían tener miedo del amor de la religión', añadió a modo de mensaje al gobierno chino.
Poco después habló del momento 'lleno de espiritualidad' vivido en el templo al aparecer brevemente ante la prensa con Hu Jintao antes de que ambos líderes se retiraran para compartir un almuerzo y mantener una reunión privada.
Esa entrevista constituye el punto culminante de su visita de cuatro días a China, que ha tenido un doble programa político y deportivo, pues Bush es un apasionado del deporte y ha querido estar presente en los Juegos Olímpicos apoyando a la delegación estadounidense.
Sin embargo, el mandatario norteamericano también subrayó su intención de hablar con Hu sobre los derechos que le gustaría que respetasen los dirigentes chinos, empezando por la libertad religiosa. Desde su llegada, el jueves, habló a diario sobre las libertades en el gigante asiático, pese a la sensibilidad del gobierno chino ante este tema, que considera una injerencia en sus asuntos internos, y las advertencias de Pekín contra una politización de los Juegos inaugurados el viernes.
Bush dio ejemplo este domingo de su posición favorable a una diplomacia más discreta pero efectiva frente al gobierno chino al asistir al servicio religioso en la austera iglesia de Kuanjie y escuchar, junto a varias decenas de fieles, a un coro de niños chinos que cantaba 'Amazing Grace' en inglés y chino.
No obstante, la organización defensora de los derechos humanos, Amnistía Internacional (AI), acusó al presidente estadounidense de avalar la política del gobierno chino al elegir el templo de Kuanjie, que está controlado por el Estado, y no una iglesia independiente del poder.
Tras su instauración, en 1949, el régimen comunista ateo chino suprimió la religión durante tres décadas. Después, en los siguientes 30 años, permitió algunas prácticas religiosas pero ha seguido manteniendo un control estricto. Así, ese sistema institucionalizado de las iglesias chinas es una de las grandes preocupaciones de la administración estadounidense.
El informe del departamento estadounidense de Estado sobre los derechos humanos en el mundo en 2007 califica de mediocre el balance de China en este campo. El documento habla de asesinatos, torturas y detenciones de militantes, escritores y periodistas; de un sistema judicial demasiado rápido, de un aumento de la represión de la libertad de expresión, así como de la censura de internet.
'El gobierno continuó (en 2007) con una severa represión cultural y religiosa de las minorías', especialmente en las zonas tibetanas, y reforzó el control sobre la provincia de mayoría musulmana de Xinjiang, señaló el departamento de Estado al constatar, no obstante, una rápida expansión de la práctica religiosa en China.
Los derechos humanos son un serio punto de conflicto entre Estados Unidos y China, especialmente en lo referente a Tíbet. El gobierno de Washington considera al Dalai Lama, el jefe espiritual de los tibetanos en el exilio, un símbolo de las libertades fundamentales, mientras que para las autoridades de Pekín es un peligroso separatista.
Bush -que es el primer presidente estadounidense en haber aparecido en público con el Dalai Lama- no citó a Tíbet en la última semana.