(Zenit/InfoCatólica*) Después de que se haya prohibido a Cáritas y otras organizaciones de ayuda realizar su obra de ayuda en Zimbawe, líderes eclesiales han elevado su voz para pedir la reacción de la comunidad internacional. En una declaración conjunta hecha el pasado día 13, los presidentes de Caritas Internacional y de la Conferencia Episcopal de África del Sur advirtieron de que la suspensión la semana anterior de las actividades de ayuda internacional, unido al aumento en espiral de la violencia política, se traduce en sufrimientos terribles para millones de personas.
El cardenal Óscar Rodríguez y el arzobispo Buti Tlhagale hicieron un llamamiento a la comunidad internacional, especialmente a Sudáfrica, para que ejerzan toda la presión posible ante el Gobierno de Zimbawe para revertir la suspensión de los esfuerzos de ayuda internacional y detener la represión violenta.
Caritas es uno de los grupos suspendidos por una prohibición gubernamental establecida la pasada semana contra los trabajadores de ayuda extranjeros, supuestamente porque las organizaciones de ayuda han prestado apoyo al partido de la oposición que compite por la presidencia en la elección del 27 junio.
Miembros de Caritas estaban alimentando a más de un millón de personas en el país y sus proyectos ayudaban a unos tres millones más.
UNICEF denunció el pasado día 13 de junio que, desde la prohibición gubernamental, en torno a medio millón de niños zimbawenses no están recibiendo el tratamiento y la alimentación que necesitan.
Como ejemplo de la nueva política, según Associated Press, un cargamento de 20 toneladas de grano, frijoles y aceite, dirigido a una escuela en el este del país, fue arrebatado y luego distribuido a los seguidores del presidente Robert Mugabe, en una manifestación la semana pasada.
La declaración del cardenal Rodríguez y el arzobispo Tlhagale calificó la situación de "impresionante y desastrosa".
El cardenal dijo: "Que la comida sea denegada a la gente provocando hambruna es un mal grave. El Gobierno de Zimbabue debe también asegurar que los trabajadores humanitarios puedan trabajar en un ambiente seguro sin amenazas de violencia. La escalada de la actual violencia política y amenazas es inaceptable".
"Las limitaciones a los trabajadores humanitarios y la creciente violencia impiden a la Iglesia llevar a cabo su misión de proporcionar cuidado y asistencia a los más necesitados".
El arzobispo Tlhagale declaró que la situación en Zimbabue no se debe permitir por mera diplomacia: "La diplomacia silenciosa no está alimentando a la gente, sino permitiendo a las actuales estructuras amenazar la verdadera supervivencia de los extremadamente vulnerables".
"Esta situación está haciendo perder al Gobierno de Zimbabue y quienes lo apoyan toda simpatía que pudieran haber tenido hacia sus intereses. Esta vuelta a la retórica postcolonial de las autoridades zimbabuenses debe cesar. Que prueben que se preocupan por los zimbabuenses de a pie dándoles alimentos".