(EP) «Se necesita evitar toda discriminación. Todos los hijos de Dios tienen igual dignidad y son intocables. Pero no es posible pensar que el matrimonio esté justificado por otros afectos que no corresponden a la relación entre hombre y mujer, que supone la generación de los hijos», ha subrayado Mons. Paglia en unas declaraciones recogidas por el diario oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano.
Precisamente, según indica el diario, Mons. Paglia insistió durante la rueda de prensa del lunes en que «el respeto por la verdad pone en guardia ante un igualitarismo enfermo que suprime toda diferencia» y en que «no se puede tener la pretensión de cambiar la cultura misma con una ley que no consigue unanimidad».
Por ello, ante los recientes acontecimientos franceses, monseñor Paglia reconoció «la valentía de los obispos franceses al abrir el debate público». «Ellos mismos –dijo– me han confiado su sorpresa por la gran respuesta popular».
La doctrina católica sobre los proyectos de legalización de las uniones homosexuales queda recogido en un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
«La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.»
Además, sobre las familias en que los cónyuges están separados, el arzobispo Paglia invitó a la comunidad eclesial, según apunta L'Osservatore, a tener «aún más una actitud de atención, apertura y acogida» porque «no existen familias de serie A y de serie B».
Los jóvenes prefieren casarse
No obstante, en una entrevista a la edición impresa del diario vaticano, monseñor Paglia asegura que en el Encuentro de Milán se vio cómo la familia «sigue resistiendo» a pesar de «la fuerte oposición cultural que la rodea». Asimismo, apunta que, según un estudio coordinado por Pierpaolo Donati, de la Universidad de Bolonia, en Italia, el 80% de los jóvenes aseguran que prefieren el matrimonio, civil o religioso y que, del 20 por ciento restante que opta por la convivencia, el 17% lo considera como un periodo transitorio.
Además, declara que esto no es algo aislado en Italia pues, según una encuesta dirigida por la Conferencia Episcopal Francesa de hace un año y medio, el 77% de los entrevistados querían construir una familia permaneciendo con la misma persona toda la vida.
Esta perspectiva de esperanza será la que presentará el arzobispo el próximo 14 de febrero ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York y sucesivamente, en marzo, en la sede de Ginebra y luego ante el Parlamento Europeo.
«En la plaza de los pueblos, a los responsables de las Naciones entregaremos la Carta de los derechos de la familia escrita hace 30 años por el Consejo Pontificio. Los contenidos son muy actuales. Y diremos que la familia es un patrimonio de la humanidad que debe ser sostenido y reconocido en sus derechos», ha indicado.
Encuentro de las familias en Filadelfia
Por otra parte, en la entrevista también se refiere al Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en Filadelfia en 2015 y apunta que sólo el robustecimiento del sentimiento familiar, de la necesidad de tener una familia formada por padre, madre e hijos, podrá frenar la «deriva individualista» que se viene dando, a su juicio, en aquella nación.
Según señala, a la Iglesia se la acusa de conservadora, y ha afirmado que se puede decir que son conservadores pero «del futuro de la sociedad» pues conocen «el alto precio de la fragilidad familiar» que pagan sobre todo «los hijos, también aquellos no nacidos, los ancianos y los enfermos».