(Efe) El secretario general de UGT Madrid- Salud, Rubén Tejedor, es una de las cerca de 30 personas que, según ha informado a Efe, permanecen encerradas desde el viernes a las cuatro de la tarde en el centro pastoral -y no parroquia- de San Carlos Borromeo, en Entrevías. Se quejan del «oscurantismo y la falta de información» sobre el futuro del Instituto de Adicciones. Tejedor ha explicado que, debido al traspaso de competencias para evitar duplicidades, este organismo pasará a formar parte de la Comunidad de Madrid, lo que considera que puede provocar el despido de 95 interinos y la pérdida de la calidad del servicio.
Atención anual de 10.000 personas
«Nos tememos lo peor», ha lamentado el líder sindical, quien ha denunciado que el Partido Popular pretende «extinguir y aniquilar» una red que lleva más de 25 años en funcionamiento y que, según ha comentado, atiende cada año a más de 10.000 drogodependientes.
Por ello, ha anunciado que seguirán encerrados hasta que les den alguna respuesta, aunque ha reconocido que no es la primera vez que lo hacen, puesto que ya hubo un encierro en el mismo lugar el pasado 19 de diciembre y desde mediados de noviembre convocaron uno cada viernes en un centro diferente del Instituto de Adicción.
Fuentes municipales han asegurado a Efe que comprenden la «situación de incertidumbre», pero dicen que todavía están pendientes de que se cierre la negociación y por el momento «no hay nada nuevo, aunque se tratará de buscar la mejor salida para la situación».
Temor a traslados
En el Instituto de Adicciones, que está formado por siete centros públicos repartidos por diferentes distritos de Madrid y otros tres concertados, trabajan 212 profesionales entre médicos, psicólogos de terapia ocupacional, enfermeros, técnicos de laboratorio, auxiliares sanitarios, administrativos y personal de servicios internos. Una enfermera del centro de Hortaleza que forma parte del encierro ha expresado a Efe su preocupación porque los interinos como ella no sean trasladados a otros centros regionales y pierdan su empleo.
Considera que esta reducción de personal podría repercutir en la atención que se presta a los drogodependientes de Madrid, aunque espera que se pueda mantener la red de adicciones «con la misma calidad». Además, se ha quejado porque los trabajadores tienen «muchos problemas para afrontar el día a día», ya que dice que sus superiores tampoco les dicen nada sobre el futuro del instituto, por lo que no saben qué objetivos pueden marcarse con los pacientes.