(Efe) El ataque contra el templo hindú dedicado a Krishna cerca de la ciudad meridional de Karachi se produjo durante los disturbios que se vivieron el pasado lunes 21 en todo Pakistán a causa de las protestas contra un vídeo producido en EEUU que denigra a Mahoma.
Según el diario local Express Tribune, nueve hombres dirigidos por un líder musulmán local asaltaron el lugar de culto al grito de «Allahu akbar» (Alá es grande) y se llevaron numerosos objetos de oro tras destrozar varias estatuas de deidades hindúes. «Para mí cualquier creyente es igual», dijo al rotativo el responsable policial que formuló la denuncia, Jaffar Baloch, quien enfatizó que para él «la profanación de un templo es blasfemia, por lo que se presentaron los cargos correspondientes».
Un testigo relató al Express Tribune que «la mayoría de los hindúes huyeron para salvar sus vidas y unos cuantos sufrieron heridas al tratar de detener a los asaltantes», que también se ensañaron con los libros sagrados que hallaron en el templo. Los acusados se dirigieron luego hacia algunas viviendas de hindúes cercanas al templo, y robaron joyas y otros objetos de valor. El ataque se detuvo con la llegada de un grupo de miembros de la pequeña comunidad sij, que, según los testigos, ahuyentaron a los vándalos blandiendo sus tradicionales dagas o «kirpanes».
La responsable de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán afirmó que es «esperanzador» que por fin se acuse a musulmanes en Pakistán por atacar templos de otras religiones, y recalcó la importancia de que la Policía actuara de oficio. «Esperemos que esto sirva de precedente y otros agentes en otras partes del país se decidan a actuar de acuerdo a la ley por su propia iniciativa», dijo Yusuf.
El mismo día del ataque al templo hindú, un grupo de manifestantes por el vídeo contra Mahoma incendiaron una iglesia cristiana -donde quemaron ejemplares de la Biblia- y varias viviendas anexas en la localidad norteña de Mardán.