(SIC/InfoCatólica) Entre los datos más sobresalientes destaca el hecho de que el 32,01% de los ingresos (consolidados) proceda de aportaciones voluntarias de los fieles. Igualmente significativo es el 12,73% de los ingresos, que obedece a la partida de la asignación tributaria, como consecuencia de la casilla a favor de la Iglesia Católica en el IRPF. En este punto se da la circunstancia de que los sevillanos aportan por este concepto a la Iglesia unos nueve millones de euros. Sin embargo, lo que llega a la Archidiócesis de Sevilla son unos cinco millones. El resto se distribuye entre otras diócesis con menores ingresos.
Precisamente, el Arzobispo ha agradecido a los contribuyentes su aportación al sostenimiento de la Iglesia, y ha destacado el hecho de que no son sólo los fieles los que consignan la cruz a favor de la Iglesia en su declaración, sino que “son muchas las personas que no practican ni tienen fe, pero que valoran la acción social de la Iglesia”.
Monseñor Juan José Asenjo subrayó el hecho de que la Iglesia de Sevilla “no tiene créditos. Tenemos un fondo de reserva muy modesto, y no le debemos nada a nadie”. El prelado resumió su intervención sobre las cuentas de la Archidiócesis de forma clara: “no tenemos nada que ocultar”.
En el balance de gastos, la Archidiócesis ha invertido en el pasado ejercicio un 33,22 % de su presupuesto en la conservación de edificios y gastos de funcionamiento, la mayor partida seguida de la de acciones pastorales y asistenciales, que comprende el 20,95% del total consolidado. Los 8.219.565,49 euros destinados en 2011 a acciones pastorales y asistenciales suponen un aumento de 2.071.786,17 euros respecto al ejercicio anterior. Lo mismo sucede con los gastos de conservación de edificios (13.035.498,97 euros) y los gastos extraordinarios (8.062.553,92 euros) donde se recogen las inversiones en nuevos templos o programas de rehabilitación. En ambas partidas hay un aumento de las inversiones cifradas en 903.418,26 y 1.789.204,23 euros respectivamente.
Ejemplo de transparencia
Rafael Cano, ecónomo diocesano, destacó en su intervención la “transparencia” de la que puede hacer gala la Iglesia en lo referente a sus cuentas: “tanto el origen como el destino de sus recursos están con claridad definidos”. Manuel Carrasco, miembro del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos, destacó por su parte el aumento que han experimentado partidas tan significativas como las de las colectas parroquiales, en torno al 3%.
Monseñor Asenjo definió la situación de las cuentas de la diócesis como las de “una economía modesta”, en la que tienen un gran protagonismo los voluntarios. Preguntado por la asignación de los sacerdotes, el arzobispo reveló que este año se han congelado los sueldos del clero, cuyas cuantías están en torno al salario mínimo interprofesional. Igualmente, señaló que ha tenido que autorizar en algunos casos la utilización del presupuesto parroquial para necesidades procedentes de Cáritas.
La crisis económica y sus consecuencias en millones de españoles tampoco pasó desapercibida en la convocatoria de esta mañana. Al respecto, el arzobispo comentó que “nada es suficiente en esta coyuntura tan triste y desgraciada”. “Necesitaríamos más recursos” para atender debidamente las demandas que llegan, “pero hacemos lo que podemos”, añadió.
86.807,87 euros pagados de IBI
En alusión a la reciente polémica sobre el IBI, el prelado reveló que la Archidiócesis ha pagado en el último ejercicio fiscal un total de 86.807,87 euros de este impuesto por los inmuebles de su propiedad que no cumplen una función pastoral. Seguidamente expuso su extrañeza por la forma en la que se ha levantado esta polémica. Al respecto subrayó que “no se trata de un privilegio de la Iglesia Católica”, y recordó que “de nada sirve que los Ayuntamientos pretendan cobrar el IBI sin que se cambie la ley 49/2002”, que es la que regula este impuesto.
Recordó que la Iglesia Católica no es la única institución que está exenta del pago del IBI por ley, e hizo especial hincapié en que “la Iglesia tiene bien demostrado que arrima el hombro en esta coyuntura”. “Cuando alguien tiene necesidad viene a pedir a la Iglesia Católica. La última puerta que se toca cuando una familia no tiene qué comer es la de la Iglesia Católica, y eso –concluyó– los saben los ciudadanos”.