(Agencias) Los reporteros del diario visitaron, acompañados de mujeres embarazadas, las consultas ginecológicas de nueve centros sanitarios privados del Reino Unido, en las que intentaron concertar una operación de aborto porque no estaban satisfechas con el género del feto.
En tres de las clínicas, los doctores accedieron a realizar la operación a un precio que oscila entre las 200 y las 640 libras (entre 240 y 760 euros) y, en una de ellas, incluso se ofrecieron a falsificar los papeles de la intervención.
En un caso, la mujer, embarazada de ocho semanas, explicó a una doctora de una clínica de Manchester (norte de Inglaterra) que quería abortar porque iba a tener una niña, a lo que la doctora accedió. En otro, una mujer embarazada de un feto masculino de 18 semanas consiguió concertar una operación de aborto en una clínica londinense bajo el pretexto de que, como ya tenía un niño, quería una niña.
Una ley británica de 1967 establece que los médicos podrán poner fin a embarazos de hasta 24 semanas si la salud física o mental de la madre está en peligro, pero nunca para escoger el sexo del bebé. En 2010, en Inglaterra y Gales se produjeron 189.574 operaciones de aborto, un 8 por ciento más que hace diez años.
En 2007, un estudio de la Universidad de Oxford (sur de Inglaterra) señaló que entre 1969 y 2005 habían aumentado los casos de selección del sexo del bebé mediante abortos, especialmente en los nacimientos de niñas entre la comunidad hindú establecida en el Reino Unido.