(Efe/InfoCatólica) "Desde luego, no queremos coartar las libertades religiosas de nadie, así que vamos a buscar una manera de avanzar que ofrezca a las mujeres la atención preventiva que necesitan y respetando las prerrogativas de las instituciones religiosas", dijo.
Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, indicó que la Administración colaborará con las organizaciones religiosas "para ver si la aplicación de la norma se puede hacer de modo que se responda a algunas de las preocupaciones".
Anunciada por la secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, el pasado 20 de enero, la norma, que se incluye dentro de la reforma del sistema sanitario, obliga a hospitales, colegios y entidades sociales católicas a ofrecer un plan de salud a sus empleados que contemple la planificación familiar y, en concreto, métodos anticonceptivos y abortivos para el control de la natalidad. Sí están exentas de dar esta cobertura las parroquias.
La medida, que entrará en vigor en 2013, ha despertado el rechazo de los católicos y del Partido Republicano, pero también de cristianos ortodoxos y protestantes evangélicos, así como de grupos vinculados incluso a legisladores demócratas.
El candidato presidencial republicano Mitt Romney, dijo el lunes que Obama está pisoteando la libertad religiosa, al exigir que algunos empleadores religiosos tengan que incluir en los planes de salud de sus empleados un servicio para controlar la natalidad.
La jerarquía católica está muy preocupada ante uno de los mayores ataques a la libertad religiosa en la historia de EE.UU y hace diez días los obispos de más de 140 diócesis repartieron en las homilías una carta de rechazo a la norma gubernamental.
"Nunca antes en la historia de EEUU el Gobierno federal ha forzado a los ciudadanos a adquirir lo que viola sus creencias", ha dicho el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, para quien la medida promueve la "esterilización".
Elecciones a la vista
Con la polémica sobre la mesa en plena contienda electoral de cara a los comicios del 6 de noviembre, el peligro para las perspectivas electorales del presidente Barack Obama reside en las interpretaciones de la norma como una intromisión en la libertad religiosa en un país que presume de fomentar las libertades individuales.
En las elecciones de 2008 Obama tuvo más apoyo de los votantes católicos, en gran parte por los votos de los latinos católicos, que su entonces rival republicano, John McCain.