Obama recula
Alguien ha debido decirle a Obama que su política totalitarista y lesiva contra la libertad religiosa puede costarle caro en las elecciones del próximo mes de noviembre. El estadounidense medio es bastante sensible a todo lo que suponga una intromisión intolerable del gobierno en su vida, y desde luego la fe y la moral son áreas sagradas para un porcentaje importantísimo de norteamericanos.
En su afán por imponer la cultura de la muerte, Obama ha creído que podía doblar el brazo de la Iglesia Católica, y de paso del resto de confesiones cristianas, en relación a la anticoncepción y el aborto. Y se ha encontrado con lo que ya sin duda se puede calificar como el mayor acto de oposición cívica desde su llegada a la Casa Blanca. Con la particularidad de que han sido los obispos quienes han ocupado la primera fila de esa batalla. Aunque ya he escrito un post alabando la firmeza episcopal yankee, vuelvo a manifestar mi alegría por ver a los pastores con el báculo en la mano defendiendo a sus ovejas. Ojalá cunda el ejemplo en el resto de la Iglesia.
El totalitarismo de Obama puede tener los días contados. Un asesor de su campaña por la reelección ha dicho que se abre la puerta al diálogo. Y el portavoz de la Casa Blanca ha asegurado que se colaborará con las instituciones religiosas “para ver si la aplicación de la norma se puede hacer de modo que se responda a algunas de las preocupaciones". Bien estará si Obama recula y da marcha atrás para respetar el derecho de los cristianos a no pagar seguros médicos que incluyen “tratamientos” incompatibles con su fe.
El problema es que cuando el lobo disfrazado de oveja asoma sus patas peludas, es complicado que vuelva a convencer a nadie de que es un animal pacífico y no una alimaña. A Obama se le ha visto el plumero. Ha demostrado estar dispuesto a dar el golpe más importante a la libertad religiosa en la historia reciente de los EE.UU. El mero hecho de haber planteado algo así debería ser causa más que suficiente para que los católicos, y el resto de cristianos, impidieran que ese señor sea el presidente de su país por otros cuatro años más.
Porque además, si Obama gana la reelección, ya no tendrá impedimento electoral para hacer lo que le venga en gana. Radicalizará todas sus políticas de ingeniería social sabiendo que no acudirá más a las urnas. Un Obama reelegido será una amenaza real a la libertad religiosa en el país donde más se presume de dicha libertad. Es mucho lo que se juegan los católicos estadounidenses en noviembre. Los obispos deben insistir en ello. Ni un solo voto a quien quiere pisotear sus derechos.
Luis Fernando Pérez Bustamante