(Paula Rosas/Abc) Dichas predicciones han movilizado no solo a la comunidad cristiana, sino a la conocida como la “mayoría silenciosa” egipcia: el amplísimo grupo de votantes moderados, desafectos de la política que nunca han defendido con el voto o la palabra sus puntos de vista.
“Más de un 60% de los egipcios pertenecen a esa “mayoría”, son personas de clase media y alta, que nunca antes han votado y que no sabemos lo que piensan”, asegura el intelectual copto Yussef Sidhom, director de la revista cristiana Watani.
Desde su publicación, Sidhom lleva semanas movilizando el voto de este colectivo bajo la premisa de “Ahora o nunca”. “O salimos ahora a decir esta boca es mía o lo vamos a pagar muy caro”, asegura. La comunidad copta “ha vivido durante décadas recluida en las iglesias y viviendo en una burbuja porque considera que se le ha perdido el respeto en el país”. Pero la transición les ha dado una nueva oportunidad de organizarse, y los líderes de opinión de este colectivo que supone un 10% de los más de 80 millones de egipcios esperan que, si consiguen movilizar el voto, podrán influir en la redacción de la nueva Constitución para preservar sus derechos.
La ley electoral no permite hacer campaña en los lugares de culto, pero, igual que en el sermón musulmán de los viernes se puede escuchar a muchos jeques animando a sus fieles a votar a alguna de las coaliciones islamistas, las iglesias también se han convertido en un centro de “información” electoral. “En nuestra iglesia nos han aconsejado que votemos por el Bloque Egipcio, pero también nos han pedido que no se lo digamos a la gente para que no nos cause problemas”, reconocía ayer Sabri, que, siguiendo estos consejos, dio ayer su voto a esta coalición liberal.
El principal partido de este bloque, Los Egipcios Libres, está liderado por Naguib Sawiris, magnate de las comunicaciones copto. El partido —liberal— no está dirigido solo a cristianos. De hecho, debido a que la comunidad copta está muy repartida por todo el país, “la creación de un partido puramente copto sería un suicido político, no conseguiría nada”, advierte Sidhom.