(Asia News/Zenit) El asesino, con el rostro cubierto por un casco, se le acercó y le asestó dos golpes en la cabeza y en la espalda, alejándose después en una motocicleta con un cómplice. El sacerdote fue trasladado al hospital, pero los médicos no pudieron hacer más que constatar el fallecimiento.
Cervellera destacó de la vida del padre Fausto las “largas visitas pastorales en moto, coche o a caballo para ir a encontrarse con los grupos tribales más perdidos; dormir sobre una esterilla en el suelo; comer las pobres cosas de los indígenas para edificar una Iglesia en la que ser extranjero o local no creara marginación o diferencias injustas; comprometerse en la educación de niños y adultos”.
“El padre Tentorio era un hombre de pocas palabras y del que nos han quedado pocos escritos -afirmó-. Pero permanece fuerte el afecto que los indígenas le han tenido, vivo y muerto”.
El sacerdote asesinado tenía 50 años y se encontraba en Filipinas desde hacía más de 32. “Afectuosamente lo habíamos apodado como “el tribal” por como se identificada con los lumad, los indígenas de los que durante treinta años ha sido el defensor contra todo tipo de discriminaciones”, refirió a MISNA su hermano, el padre Giulio Mariani, director del Centro misionero Euntes en Zamboanga.
“Vestía como ellos, hablaba su lengua, conocía su cultura”, añadió. “Los misioneros del PIME perdemos a un amigo, los lumad han perdido a un padre, a un hermano. Sabían que por ellos habría hecho cualquier cosa”.
En 2003, el padre Fausto escapó a un atentado. De algún modo, su asesino “ha cogido a todos por sorpresa”, explicó a la agencia vaticana Fides el padre giovanni Vettorello, también del PIME.
“No vivimos una fase de especial tensión, como en el pasado. Ciertamente, el trabajo misionero comporta siempre riesgos, pero el padre Tentorio no tenía enemigos, ni me dijo nunca que había recibido amenazas, ni ha habido ningún episodio detonante para motivar el delito. También era una persona muy astuta y prudente”, dijo Vettorello.
El sacerdote continuó explicando que el padre Tentorio “dedicó toda su vida al servicio de la alfabetización y el desarrollo de los indígenas llamados lumads, en particular a la tribu de los manobo”.
En esta obra, a veces “pueden surgir problemas relativos a la propiedad de tierras, a los conflictos entre agricultores, a las disputas entre tribus diversas, pero nadie podía esperarse un acontecimiento trágico así”. “Estoy convencido de que la sangre del padre Fausto es la sangre de un mártir que dará buenos frutos a la misión en las Filipinas”, destacó el padre Giovanni.
Por su parte, el obispo, Mons. Romulo de la Cruz, se mostró “conmocionado y sin palabras” por la tragedia.
El cuerpo sin vida del padre Fausto fue llevado a su parroquia, donde los fieles lo están velando rezando sin cesar. Es el tercer misionero italiano del PIME asesinado en la isla de Mindanao. En 1985, el padre Tullio Favali fue asesinado en Tulunan por un grupo de guardias privados armados, mientras que en 1992 fue asesinado en Zamboanga City el padre Salvatore Carzedda, comprometido en el diálogo con los musulmanes.