(RV) El Pontífice lamentó que también hoy en día la Palabra de Dios encuentre rechazo y hermetismo y formas de pensar y vivir que están muy lejos de la búsqueda de Dios y la verdad.
De hecho, como recordó Benedicto XVI, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, que el mismo instituyó el año pasado, es un “instrumento precioso para identificar las grandes cuestiones que se plantean en distintos sectores de la sociedad y de la cultura contemporánea“. Además también “está llamado a ofrecer una contribución particular a la Iglesia en su misión, sobre todo en aquellos países de antigua tradición cristiana que parecen haberse vuelto indiferentes, e incluso hostiles a la Palabra de Dios“.
El Santo Padre manifestó que “ser evangelizadores no es un privilegio, sino un compromiso que proviene de la fe“ y les pidió que fueran “signos de esperanza. Benedicto XVI subrayó también un aspecto importante de la fe es “la certeza consciente de que la Palabra de Dios siempre está viva, en cada momento de la historia, porque la Iglesia la actualiza a través de su fiel transmisión, la celebración de los sacramentos y el testimonio de los creyentes“.
Como en los inicios del Cristianismo, recordó el Papa, la Palabra de Dios continúa creciendo y difundiéndose por tres motivos. El primero de ellos, subrayó, es que la fuerza de la Palabra no depende ante todo de nuestra acción, de nuestros medios, de nuestra acción, sino de Dios. El segundo motivo enumerado por el Pontífice es que la semilla de la Palabra cae en un terreno bueno que la acoge y produce fruto, porque “en el mundo aunque el mal haga más ruido, continúa habiendo buen terreno“. Y el último de los motivos es que –como dijo el Papa- realmente el anuncio del Evangelio ha llegado a los confines del mundo, e incluso en medio de indiferencia, incomprensión y persecución, muchos continúan hoy en día, con valor, abriendo el corazón y la mente a la invitación de Cristo de encontrarle y convertirse en sus discípulos.