Será el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe: Reina de México y Emperatriz de América. Benedicto XVI celebrará una misa en honor al bicentenario de las independencias de los países latinoamericanos en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Un gesto especial, una atención particular con la región que concentra más del 40 por ciento de los católicos en el mundo.
Propuesta por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) la iniciativa ya fue acogida con interés, no sólo por los católicos de aquellas tierras sino también por sus gobiernos. Será la oportunidad de estrechar lazos institucionales, por eso llegarán a Roma –para esa fecha- delegaciones oficiales de varias naciones.
En esos términos la ceremonia se plantea como el gran acontecimiento latinoamericano. Por eso se está preparando una liturgia con amplio espacio al español, lengua común de aquella latitudes.
Según informó el diario vaticano L’Osservatore Romano “el Papa se asociará así a las conmemoraciones que tienen lugar en cada sitio del continente de la esperanza – tal como ha sido definido por los pontífices, desde Pablo VI hasta Benedicto XVI – y que involucran en primera persona no sólo a las instituciones estatales y culturales sino también a las Iglesias en las diversas naciones”.
Se sumarán a la celebración eucarística los oficiales de la Curia Romana, los embajadores latinoamericanos acreditados ante la Santa Sede e Italia así como también los miembros de las comunidades de esos países presentes en la capital italiana, incluyendo sacerdotes, religiosos y religiosas. Adicionalmente se espera la asistencia de personalidades de espesor del mundo de la cultura, líderes sociales y políticos, quienes viajarán para la ocasión. Obispos y cardenales también dirán presente.
Se trata de un gesto de “exquisita atención, afecto y solidaridad por parte de Benedicto XVI hacia los pueblos” de América. Una “reconciliación” tras la lejanía, casi indiferencia, evidente en los primeros años de su pontificado. No tanto por culpa del Papa cuanto por sus colaboradores más cercanos, quienes no han sabido mostrarle la importancia de una porción del planeta donde la religiosidad popular y la catolicidad todavía cuentan.
Un continente con experiencia en el quehacer de la “nueva evangelización”, un concepto tan querido por Joseph Ratzinger pero acuñado por su predecesor, Juan Pablo II, en 1992 justamente para referirse a la revitalización de la fe en América Latina a 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a la isla de San Salvador.
La misa del 12 de diciembre será entonces la oportunidad para que Roma “redescubra” la vitalidad latinoamericana. Útil también para su “nueva evangelización”, cuyo objetivo principal es recuperar una Europa apóstata. Así está ocurriendo en los Estados Unidos, donde las comunidades católicas hispanas han llenado las parroquias y animan los movimientos eclesiales.
Esos fieles con intensa presencia en el “gigante del norte” forman parte de inmigración noble relevante también en la Unión Europea. Sólo en Italia los residentes originarios del Continente Americano suman 372 mil 385, es decir el 8.1 por ciento de todos los extranjeros en el territorio, según datos del Instituto Nacional de Estadística (Istat). De estos 98 mil 603 son peruanos, 91 mil 625 ecuatorianos y 46 mil 690 brasileños. Los mexicanos son muchos menos: cuatro mil 197.
Una realidad que El Vaticano no puede ignorar. De allí la “solicitud pastoral” del obispo de Roma quien desea “abrazar idealmente” a aquellos pueblos. “Un signo de la contribución original que la Iglesia católica está ofreciendo para conmemorar, a la luz de la verdad histórica, este bicentenario, para iluminar mejor la situación actual de América latina y para alimentar la esperanza de un futuro de paz y de justicia”, como estableció L’Osservatore.
Es claro que no todos los países de Latinoamérica ganaron su libertad al mismo tiempo. Empero el movimiento que llevó a la emancipación embistió a todos los territorios más o menos por los mismos años, hace aproximadamente dos siglos. Así las independencias del Reino de España se lograron entre 1810 y 1814, pero con excepciones: Perú se independizó en 1820 y Brasil en 1822. Un caso aparte corresponde a Haití, libre desde 1804 y Cuba desde 1898.
Celebrar con el Papa estos acontecimientos históricos es la prueba más tangible del “nuevo amor” de la Santa Sede por el “continente de la esperanza”. Porque América Latina bien vale una misa, y más.