¿Habrá algo que produzca más asco que ver a un poderoso haciéndose la victima de un supuesto acoso que se nota que es falso?

Seguramente no.

Casi dan ganas de llorar y de tenderle la mano al Presidente del Gobierno cuando dice que el Vaticano, siempre que puede, le ataca.

¡Tan desvalido como está… el pobre!

Y, sin embargo, aún hay algo peor: reírse de la situación de la Iglesia católica y hacer mofa de la misma.

Tiene, todo esto, su origen.

En un entrevista hecha por ciudadanos en “El País Semanal” se aprestó, el laicista Presidente, a contestar preguntas en las que manifestó su más absoluta ignorancia sobre la Iglesia católica. Pero, sobre todo, dio a entender que, en realidad, le está perdonando la vida y que la desprecia.

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En el tema del aborto salen a la luz muchas conductas que certifican, palabra a palabra, que quien incurre en ellas tiene un sentido algo extraño de la fe que dice tener.

La persona que traigo hoy, a colación de desvaríos, no es otra que el Presidente del Congreso, José Bono, católico sui generis.

Digo lo de sui generis porque, en verdad, se comporta, cuando le conviene (la mayoría de las veces) como si “cristiano” lo tuviera como nombre prestado y católico como apellido alquilado para la ocasión.

A mí me da cierta agonía tener que traer, de tanto en tanto al manchego que, pasando por el ministerio de defensa poco defiende su fe.

Pero, francamente creo que no hacer tal cosa es dar la callada por respuesta como otorgando lo que pasa. Y no es el caso.

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Fiel a la cita con el despropósito, el poco ínclito cardenal Martini ha vuelto a dejar claro (por si alguno aún no lo tenía) que la concepción que tiene de la Iglesia católica, a la que pertenece, no es, digamos, ortodoxa sino, muy al contrario, algo ligera de principios que, al parecer, ni cumple ni tiene intención de cumplir.

Así, algunas dificultades que el cardenal Martini entiende que existen:

“la elección de los obispos”

Seguramente querría, algo así, como una forma de proceder más parecida a la que, en la vida civil, se lleva a cabo. Quiero decir, unas elecciones donde, a ser posible unos obispos hicieran añicos la espiritualidad de otros con tal de ganar su acta de obispo.

Vamos, un despropósito. Y el Primado de Pedro… ¡a esparragar!

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No es la primera vez, ni será la última, que ha escrito sobre el Gran Wyoming, chistoso oficial del régimen laicista español y gran liador.

Como él se empeña en seguir maltratando a la Iglesia católica, yo me reitero en lo dicho entonces: es un presunto gracioso, ocurrente de chichinabo y cagamandurrias oficial del régimen citado arriba.

Seguramente se dirá que lo dicho por mí tiene poca caridad cristiana y que así no se construye nada bueno. Sin embargo, cuando un individuo como José Miguel Monzón Navarro, que así se llama el bufón, escribe lo que escribe y cuando no hace esto dice lo que dice, bien vale la pena dedicar, aunque sea, unas palabras.

Ha sido en el diario “Público” donde ha miccionado su penúltima ideica.

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El caso que traigo hoy a Infocatolica puede parecer particular (o sui generis) Sin embargo, bien puede aplicarse a todas aquellas situaciones en las que, si bien los individuos puedan ser distintos, las mismas son exactamente iguales.

Resulta que, según parece, hay curas rojos.

El Arzobispo de Valencia, según cuenta el diario laicista “Levante” se reunió, la semana pasada, con un grupo de sacerdotes de los llamados progres. Vamos, rojos.

Lo que le plantearon al nuevo Arzobispo (pues con Agustín García Gasco no se dignaron a reunirse porque les parecía demasiado conservador y carca) fue:

En primer lugar que deje, la jerarquía (lo que demuestra que es un mensaje para todo el episcopado), la práctica “la connivencia con el PP“. Esto ha llevado, según los curas progresistas a que “la experiencia cristiana sea identificada exclusivamente con las posiciones ideológicas de la derecha“.

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