Hay personas que se manifiestan como son. En ellas no hay disimulo ninguno y se les puede aplicar aquello que dice que “es mejor callar y parecer tonto, que hablar y demostrar que lo eres”.

Es bueno, de todas formas, que algunos pongan las cartas, podridas, sobre la mesa para que, luego, no se puedan sacar una carta trucada escondida en la manga.

Pues una de tales personas es Álvaro Cuesta, a la sazón (¡Nada más y nada menos!) que secretario de Libertades Públicas del PSOE. Ha tenido a bien que sacar la lengua a pasear para soltar, por entre su barba, algunas sandeces muy propias, por otra parte, de personas de su basurienta ideología.

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Si, alguna vez, el teólogo Hans Küng y el actual Santo Padre, Benedicto XVI fueron amigos (por su participación en el Concilio Vaticano II lo digo esto) bien podemos aplicar aquí aquello que dice que con tales amigos no hacen falta enemigos.

Donde le corresponde estar, por ideología y actuación, es decir, en el diario laicista y proabortista “El País” se reprodujo un escrito de Küng en el que dice lo mismo de siempre pero con destino concreto: nada más y nada menos que a todos los obispos católicos del mundo.

Como, al parecer, no tenía suficiente con ataque directo a Benedicto XVI ha decido que, lo mejor, es soliviantar (si es que puede) a los obispos.

Todo el escrito está lleno, por una parte, de utilizaciones de la información de forma parcial y, además, de incitaciones, claras, a que los obispos se comporten con el Vaticano como hijos díscolos que es la forma que tiene, precisamente, Hans Küng, de comportarse.

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Juan 21, 1-19: Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado