Leal colaboración

Una visita del Papa a España es un balón de oxígeno para la deterioradísima imagen exterior de nuestro país. Y no digamos el valor que puede tener la foto de Zapatero con el Pontífice, sobre todo si, para esa época -año 2011-, ha aprobado ya todas las leyes ofensivas para la moral católica que quiere aprobar

Tras conocerse la noticia, adelantada ya por este periódico la semana pasada, de que Madrid será la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, el cardenal Rouco ha afirmado, con sensatez, que confía en una leal colaboración por parte del Gobierno de Zapatero para que un acontecimiento tan señalado pueda desarrollarse con normalidad. No sólo no hay motivos para que el Gobierno socialista ponga obstáculos, sino que, probablemente, le resultará beneficioso debido al márketing publicitario que puede sacar del mismo.

No sabemos si Obama ganará las elecciones norteamericanas en noviembre pero, de momento, ha decidido excluir a España de los países que visitará en su gira por Europa. Ya no es sólo Bush el que ningunea al presidente, sino hasta el mismo candidato demócrata quien lo hace. Claro que a lo mejor es por aquello del gafe.

Así las cosas, una visita del Papa a España es un balón de oxígeno para la deterioradísima imagen exterior de nuestro país. Y no digamos el valor que puede tener la foto de Zapatero con el Pontífice, sobre todo si, para esa época -año 2011-, ha aprobado ya todas las leyes ofensivas para la moral católica que quiere aprobar y se encuentra en la fase de deshielo, tal y como hizo en su primera legislatura: mano dura al principio y luego un poquito de relajación para llegar a las siguientes elecciones con la apariencia de que aquí no ha pasado nada. Por eso no creo que Zapatero ponga obstáculos a la visita del Papa o regatee su colaboración. Mi duda no está ahí. Está más bien en saber si él seguirá al frente del Gobierno, pues al ritmo que vamos van a ser los propios socialistas los que den un golpe de mano para quitarle -favoreciendo la alianza del resto contra él, por ejemplo-, antes de que la economía termine de hundirse del todo.

Santiago Martín, sacerdote

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