La locura de Andreas Lubitz

Hay algo que define nuestra época: el mal no sólo asume un rostro reconocible de persecución y terror, de fanatismo y sangre inocente, sino que en muchos casos ha terminado por adoptar una deformidad espantosa, desprovista de odio, un refinamiento planificado, enfermo, incapaz de ser domeñado ante la exposición urgente al peligro.

No es necesario un cierto sacrificio de la inteligencia para reconocer la existencia del mal, la presunción de una “voluntad de destruir el avión”, como según el fiscal francés del caso, Brice Robin, afirma que adoptó el copiloto Andreas Libtz al estrellar el pasado martes la aeronave. Cualquier proyecto lleno de vigor puede verse extraviado; la lealtad más profunda puede ser rota; la mayor piedad convertirse en idolatría; la más radical vinculación con lo eterno puede ser abandonada. ¿Qué significa esto? Algo esencial: todos estamos en peligro. No existe la seguridad absoluta. Todo es posible.

Un peligro que sobreviene de actos perturbadores y desintegradores que sacuden y conmocionan la existencia humana. La estructura del hombre contiene tendencias buenas, pero también malas. El hombre es racional, pero algunas de las pulsiones del hombre se oponen a la racionalidad. Su instinto vital contiene junto a la voluntad de vivir una misteriosa voluntad de perecer, una conciencia oscura que le acarrearía la desesperación y la muerte. La libertad es trágica en cuanto conduce al hombre por senderos de rebelión, arbitrariedad y locura. La seguridad que se debe buscar no se edifica desde fuera hacia dentro, sino desde dentro hacia fuera. Lo exterior sólo puede estar relativamente garantizado por el interior. La seguridad capaz de ofrecernos el mejor avión es sorda ante la capacidad destructora del hombre, configurado desde dentro. No hay ninguna seguridad ante una personalidad débil, con la salud mental amenazada por una pretérita depresión de año y medio en tratamiento psiquiátrico, capaz de atravesar épocas de desintegración personal.

La libertad del hombre, afirma Benedicto XVI en la encíclica “Spe salvi”, “es siempre nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones»; el bienestar del mundo no se puede garantizar solamente desde las estructuras o el entramado social; el bien no estará «definitivamente consolidado», porque la libertad es siempre frágil, contingente, donada, herida por el pecado, capaz de traicionar su apertura constitutiva al bien, la belleza, la verdad y el amor. La voluntad es libre, puede tomar la decisión que quiera. La última decisión destructora y disolvente del joven Lubitz le ha llevado al propio suicidio, a la repulsión y negación del ser humano, aniquilando y destruyendo 149 vidas más. Si el que ama confirma en el amado una verdad incontestable: omne ens est bonum, es bueno que existas, el que mata niega la bondad del ser, provocando su destrucción.

No quiere caer en un fácil moralismo: hay que predicar la esperanza y anunciar la misericordia en lugar de denunciar al miserable. Pero predicar la esperanza y anunciar la misericordia supone el reconocimiento terrible de la desesperación y la miseria del mundo. La pregunta de Yahvé a Caín -« ¿qué has hecho? »-, se dirige también al hombre de nuestros días con el fin de que tome conciencia de la gravedad de los atentados contra la vida. 

Hay algo que define nuestra época: el mal no sólo asume un rostro reconocible de persecución y terror, de fanatismo y sangre inocente, sino que en muchos casos ha terminado por adoptar una deformidad espantosa, desprovista de odio, un refinamiento planificado, enfermo, incapaz de ser domeñado ante la exposición urgente al peligro. Hay que disponer siempre de un punto de apoyo antes de tirar de la palanca que lleva a la muerte, algo que me permita buscar un anclaje en tiempos de crisis. Sólo así estará uno seguro como hombre y será capaz de superar desde la fuerza interior las dificultades que comporta la vida real. Sólo así la débil locura será sólo algo potencial laminado por una fuerte configuración interna de la personalidad y el anclaje de la vida en lo incondicionado. Mientras tanto, sólo desde la fe poseemos la certeza de que Dios podrá convertir las pérdidas humanas en impulso de una ganancia superior.

 

Roberto Esteban Duque, sacerdote

 

18 comentarios

Juan Mariner
Gracias a Dios hay cosas impredecibles todavía, pero hay que abominar las negativas y optar por las positivas. El "factor humano" nos puede salvar o condenar. En el suicidio nunca hay nada de bondad, todo es negativo, a pesar de que el individuo no es dueño completo de sus actos y eso le puede salvar: muere por causa de enfermedad.
27/03/15 11:36 AM
Horacio Castro
Toda maldad parece posible. Que un piloto militar pueda arrojar bombas según su estado de ánimo, que un trastornado empleado de laboratorio disemine agentes infecciosos para los que no se encuentre inmunizada la población, que un grupo político gobernante ‘enemigo de la vida’ decida un ataque con armas de destrucción masiva… Fundamentalmente es la realidad temporal del humanismo ateo, de la inmoralidad ideológica y la criminalidad en acto de cualquier fanatismo. Tenemos lo que permitimos alejándonos de Dios. Y seguiremos tan ajenos hasta que nos toque…
27/03/15 2:25 PM
Palas Atenea
No es un suicidio, Mariner, ni siquiera es la acción de un kamikaze, es algo más oscuro. Es volver la cara a la nada porque se abomina del ser.
27/03/15 6:37 PM
Horacio Castro
Puede ser así de terrorífico Palas Atenea. Aun alejado de la banalidad del mal como la refiere Hannah Arendt. Es el mal como negación del ser, por 'el mal en sí mismo' aparente contradicción. A primera hora leí un artículo que habla sobre una fantasía maligna de Andreas Lubitz, que no tendría necesariamente origen en una enfermedad mental, ni en la relación rota con su novia, sino en el desprecio hacia todo. Es frecuente que el responsable de una acción malvada ante la pregunta "por qué lo hiciste" responda "no sé" con una sonrisa estúpida... El post que menciono se encuentra por Google como: La fantasía maligna de Andreas Lubitz
27/03/15 8:47 PM
Ernesto
A ver, locos peligrosos, personas crueles y gentes egoístas o ya "fuera de la realidad" que van a lo suyo (aunque lo suyo sea morir y eso le cueste la vida a otras personas), de eso ha habido siempre. La psique humana es imperfecta y a veces cae o incluso se regodea en cosas oscuras. Es imposible saber lo que pasaba por la mente de este Lubitz durante esos 8 minutos. No lo sabemos, ni lo sabremos; eso quedará para siempre entre él y Dios. Ni siquiera estoy muy seguro de querer saberlo.

Pero gente así siempre ha habido. Y peor, de la que causa o se refocila en el sufrimiento ajeno mientras cuida su propia vida, que es mucha más. Al menos este Lubitz cuenta con el beneficio de la duda, de que en vez de fallar un chip del avión le fallase el suyo de la cabeza y no estuviese en absoluto en sus cabales, cosa que sería probable, porque si no hace falta mucha sangre fría para pilotar 8 minutos hacia la propia muerte (incluso aunque no te importasen los otros 149 que llevas detrás.) Por los indicios, este Lubitz estaba loco y se coló por las grietas del sistema de selección de Lufthansa, o empeoró uja vez conttatado, o tuvo una crisis pilotando ese avión. Podría ser. ¿Pero y los otros, los que están perfectamente cuerdos y cuidan bien sus espaldas mientras causan sufrimiento al prójimo o se regodean en él...?

Cristo, la única esperanza.
28/03/15 3:17 PM
Juan Mariner
Por cierto, ya se apuntan nuevas teorías "conspiranoicas"...
28/03/15 8:20 PM
JOSÉ IGNACIO LESACA ESEVERRI
Al menos, confiemos en que, a consecuencia de este suceso tan terrible, mucha gente que andaba por ahí bobaliconamente, alienada, apartada de la realidad en un mundillo autista de bienestar material y de programas de televisión hipnotizantes... que gente así, digo, empiece a reflexionar un poco, a consecuencia de la sacudida, acerca del sentido de la vida y del mundo, acerca de la existencia del bien y del mal, acerca de la necesidad que tenemos de ser salvados... En fin, acerca de las cosas importantes. Que el Cielo nos ilumine para que podamos sacar alguna lección provechosa de esa tragedia.
29/03/15 1:55 PM
Palas Atenea
Hay enfermedades mentales que pueden tener un origen tanto personal como social. La sociedad actual no cuida el ser sino las apariencias. Este joven era deportista y deseaba ser piloto lo cual implica que, tanto el deporte como la ilusión de ser algo debían haber actuado como cortafuegos, pero no fue así.
El hombre nuevo del que habla el cristianismo empieza por dentro aunque por fuera parezca antiguo, el hombre de hoy es viejo con apariencia de nuevo.
La falta total de compasión-no tuvo en cuenta ni a los pasajeros, ni a sus compañeros, ni a su familia, que quedará estigmatizada-y la frialdad conque aguantó cerca de 10 minutos sin reaccionar a los golpes del piloto en la puerta ni a ningún otro estímulo exterior hielan la sangre.
Dirán lo que quieran los ateos pero el ser se sostiene en Dios y con Él las frustraciones y la debilidad se sobrellevan, pero el ser abandonado a si mismo y dando vueltas sobre su eje se destruye.
29/03/15 2:02 PM
Jaume
No ha habido locura alguna. El suicidio a menudo sirve de tapadera. El copiloto tenía la novia embarazada y estaba pensando en casarse incluso.Lo cierto es que no existen evidencias de un suicidio, más que improbable y absurdo.
31/03/15 11:02 PM
Luis Fernando
Jaume, efectivamente, no ha sido un simple suicidio. Ha sido un crimen cometido por un miserable que estrelló el avión con otras 149 personas a bordo.

Un consejo. Lea la prensa, vea los informativos o escuche la radio. No hay duda alguna de que ese tipo estaba en tratamiento psiquiátrico.
1/04/15 12:32 AM
Grace del Tabor-Argentina
Buenas reflexiones sobre el mal en el mundo , hablando en general.Desde Caín hasta ahora, siempre ha estado presente.Y se puede discurrir filosófica,antropológica y teológicamente.
Con respecto al joven A.Lubitz, me pregunto si alguna vez habrá oído hablar de Dios,del sentido de la vida o de la eternidad.Me inspira gran tristeza.Lejos de condenarlo(que le corresponde sólo a Dios),pienso en lo limitada que tenía su libertad de elegir.Era enfermo psiquiátrico.NO era libre.Recemos por él y las otras víctimas;no pretendamos ser jueces!Recordemos la actitud de San Juan Pablo II al visitar a su victimario !
1/04/15 7:02 AM
Luis Fernando
Se da demasiado por hecho que padecer una depresión anula toda la responsabilidad de quien hace barbaridades. Estamos hablando de alguien que ha ASESINADO a 149 personas. A propósito. Sabiendo muy bien lo que hacia, porque quien estrella un avión mientras oye a los demás dando gritos de angustia sabe perfectamente lo que está haciendo. Es más, es un tipo que había dicho a su novia que su nombre sería famoso en el mundo entero.

No hace falta ser Dios para determinar que un sujeto así no merece otro destino eterno que el infierno.
1/04/15 9:27 AM
Palas Atenea
A menudo asistimos a casos como éste: el del noruego, de cuyo nombre no quiero acordarme; el de los jóvenes que disparan indiscriminadamente en colegios de EE.UU, etc...
Nos quieren hacer ver que se trata de casos aislados, y a menudo psiquiátricos, que siempre han sucedido, pero yo no puedo dejar de preguntarme si la pérdida del sentido de la vida, el abandono del ser que esta sociedad propicia, no tendrá algo que ver en esto.
Hay una negación continua de las consecuencias del divorcio, del aborto, del sexo sin traba ninguna, basada en la dificultad de la demostración empírica. Ya Donoso Cortés, en el siglo XIX advirtió a los liberales que ponían trono a las causas y cadalso a las consecuencias.
Es más, aunque estadísticamente se pueda demostrar, y psicólogos y psiquiatras lo saben, que los niños de padres separados, peloteados del progenitor A al progenitor B, suelen tener infancias más traumáticas, luego se niegan los datos con otra batería de estadísticas en sentido contrario.
El sentido común, nacido del realismo que define la filosofía tomista, nos dice que, se pongan como se pongan, todas estas situaciones nuevas, en el mejor de los casos-y serán pocos-no mejoran lo que había y en la mayoría de ellos la empeoran gravemente.
1/04/15 11:40 AM
Juan Mariner
Una vez ya tenemos más des-información (echar la culpa a un subalterno, un curioso parte de baja del copiloto roto en la papelera, una antigua novia que no da la cara diciendo que le dijo que haría algo extraordinario, antecedentes psiquiátricos a mansalva, declaraciones de la compañía asumiendo culpa por su trabajador... ), ahora creo ya que todo es un montaje de los tres países europeos implicados para esconder un atentado terrorista y hacer que todo parezca un hecho aislado y flor de un mal día antes de las vacaciones de Semana Santa para que la gente no coja miedo a volar, no arruinar al sector aéreo y no sembrar el pánico generalizado. Ya se cuidarán de que no sepamos quienes reivindican el atentado...
1/04/15 1:29 PM
TH
Escribía Shakespeare en Hamlet: "Hay algo podrido en el Estado de Dinamarca". Pues lo hay en nuestro mundo actual debido al exceso de narcisismo que en parte proviene del modo en que se crían a los niños en esta época. Obama, Presidente de Estados Unidos, es claramente un narcisista y debido al puesto que ocupa, es un señor muy peligroso. Puede que cualquier político sea hasta cierto punto narcisista. No parece que la depresión sea lo que provoque un acto como el que ha realizado Lubitz. Veía que no iba a lograr su sueño de llegar a ser piloto de primera en Lufthanza y decidió hacer algo que los haría famoso en todo el mundo. ¿No es eso narcisismo?
1/04/15 2:50 PM
Horacio Castro
No fue enfermedad mental sino carencia moral. Fue exclusivamente odio e indiferencia. Cerró la puerta de la cabina de mando porque sabía que los demás no querían morir. Andreas Lubitz fue plenamente consciente de su vocación criminal. Y no sólo por alejamiento de Dios, sino por la negación de cualquier trascendencia personal aun a través de los familiares y conocidos, a quienes tampoco dudó en lacerar. Coincido en que esto va mucho más allá de la seguridad en aviación y otras actividades donde se pueden provocar desastres. Esencialmente refiere a convicciones sobre la nada y la ausencia de toda dignidad humana apartada de individualismos por obscenos que sean. Sobre la falta de un antes y después que den sentido a cada vida. Esto último se está promocionando peligrosamente reemplazándolo con ideologías falsas y perversas. Es grotesca la falta de responsabilidad en quienes asumen la condición de dirigentes sociales, deformando desde la infancia- la posibilidad de altruismo real- comenzando por los valores que se fundamentan en la religión.
1/04/15 3:09 PM
Horacio Castro
Por supuesto que un psicópata criminal como éste era diagnosticable (parece que fue el caso) en psiquiatría.
1/04/15 3:48 PM
Isabel. Granada.
Cuando empecé a escuchar noticias acerca de lo inusual que había sido la catástrofe de este avión, pensé en si no habría sido el piloto el causante. Días después se confirmó mi sospecha.

El alejamiento de Dios crea un desequilibrio en el ser humano muy fuerte, y nunca para bueno. Cada vez son más los casos en que desequilibrados con armas de fuego, irrumpen en algún sitio público y asesina indiscriminadamente.
Se ha dejado de hablar de tentación, y la tentación sigue existiendo, y más cuando más alejado de Dios se esté. El ser humano necesita a Dios para un desarrollo correcto de su alma e incluso de su salud psíquica, que yo entiendo que viene a ser lo mismo.

Las últimas noticias que he oído en informativos de televisión, es que Andreas Lubitz estaba diagnosticado de ansiedad generalizada y el suicidio es una idea que suele estar presente en la ansiedad que muchas veces está acompañada de depresión, y el suicidio es imprevisible. Ya sé que en este caso no ha sido simplemente un suicidio, pero para alguien que pierde el sentido de todo, ni le importa su vida ni la de los demás, cómo parece ser que ha sido el caso.

Que Dios nos libre de caer en tentación.
3/04/15 10:02 PM

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