(Zenit) Nada más entrar en la catedral de San Patricio, con las campanas doblando, el papa Francisco admiró la majestuosidad del templo de estilo gótico reabierto después de tres años de trabajos.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el alcalde Bill Di Blasio y otros dignatarios ya lo habían recibido al pie de la escalinata del histórico edificio en plena Quinta Avenida.
En este lucido escenario, que calificó de bello y donde rezó para que los católicos refuercen «el reino de Dios en este país», el Papa hizo referencia a los escándalos sexuales que ha vivido la Iglesia en Estados Unidos. «Los acompaño en este momento de dolor y dificultad», dijo el Pontífice tras reconocer el sufrimiento por «la vergüenza causada por tantos hermanos que han herido y escandalizado a la Iglesia en sus hijos más indefensos».
Como contrapunto, nombró a santa Elizabeth Ann Seton y a san John Neumann por su contribución a la educación católica. Una labor que desempeñaron «a costa de grandes sacrificios y con una caridad heroica».
Al final de su homilía expresó su admiración y gratitud a las religiosas de Estados Unidos. «¿Qué sería de la Iglesia sin ustedes? Mujeres fuertes, luchadoras; con ese espíritu de coraje que las pone en la primera línea del anuncio del Evangelio», subrayó el Papa antes de decirles que «las quiero mucho».