(ACI/InfoCatólica) En la celebración en Nagasaki, en la catedral Urakami, la zona donde están las colinas de los suburbios más afectados por el bombardeo atómico, el Purpurado invitó a impulsar la paz en el mundo. En particular dijo que «la paz es el fruto de una colaboración entre Dios y la humanidad, porque si bien es cierto que es Dios el que ofrece al hombre el don de la paz, también es cierto que la humanidad debe trabajar asiduamente por la paz, con amor».
«El perdón gratuito de Dios reconstruye la alianza con su pueblo, pero requiere que el mismo pueblo lo reciba con humildad y corazón dolido por los errores», dijo el Cardenal.
Según señala Radio Vaticano, el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, evocó el pasaje de las Bienaventuranzas, donde Jesús enseña a sus discípulos que la bendición del Reino de Dios no es la felicidad que suele indicar el mundo, como «la riqueza y popularidad», sino algo que el ámbito temporal «no puede satisfacer».
«Jesús enseña que la verdadera paz y la verdadera felicidad van más allá de la humanidad pecadora, la verdadera paz y la verdadera felicidad nos son donadas por el amor de Dios, que no nos trata conforme a nuestros pecados», reiteró el Cardenal Turkson.
Para concluir la homilía de la Misa que presidió en Nagasaki, el Purpurado alentó a los fieles católicos en todo el Japón y en el mundo a «buscar la paz en constante oración, trabajando por paz en el seguimiento de Cristo».