(Ecclesia) El también arzobispo de Madrid hizo referencia a las universidades católicas y a su proliferación “en las últimas décadas”. A finales de los años 50 cambió la idea de la necesidad de las universidades católicas y seguir los pasos de la formación ofrecida por las universidades católicas y/o pontificias como Navarra, Deusto, Comillas y Salamanca: “el gran momento de las universidades católicas son las cuatro últimas décadas”, señaló.
Rouco Varela recordó ante los medios de comunicación la caída del muro de Berlín, y reflexionó sobre el hecho de que “para que nunca más haya muros de Berlín ni telones de acero” es “muy bueno que las jóvenes generaciones que vienen a Madrid vuelvan a sus casas de tal forma que el corazón y el alma se les ensanche” y “se abra a esa gran horizonte al que tiene que servir la universidad católica” desde el punto de vista tanto intelectual como teológico, así como el trabajo científico y el rigor de la vida y del pensamiento de una universidad que se profesa”.
Asimismo se han leído las conclusiones del congreso, donde se apunta a que las universidades católicas deben tener como “sello distintivo” la “apuesta por la persona, tanto en su dimensión individual como social”. En el texto, leído en la clausura por Lydia Jiménez, presidenta del Consejo Directivo de la UCAV, se reconoce que “la universidad católica del siglo XXI ha de convertir en realidad el gran reto de ofrecer una educación integral e integradora en la que se promueva el deseo de ser santos a través de la defensa y promoción de valores” como el “compromiso ético y moral”.
Evangelizar en las universidades
Fruto de la reflexión y el debate mantenidos en el Congreso Mundial de Universidades Católicas a través de las intervenciones de los expertos y las 60 comunicaciones presentadas, en la clausura del congreso se ha leído un documento que recoge las conclusiones en torno a la “identidad” (quiénes somos”) y la misión (“qué debemos hacer”) de las Universidades Católicas. Precisamente en este último punto también se destaca el reto de “llevar a cabo la misión evangelizadora” en las universidades y de seguir la petición de Benedicto XVI de “redefinir la identidad de la tarea universitaria hoy ensanchando los horizontes de la racionalidad”. Esta idea supone “una nueva forma de entender la ciencia abierta a las preguntas y respuestas de la filosofía y la teología” y la prioridad de que las universidades se dediquen a “generar una nueva ciencia”.
La idea de una “nueva refundación cultural” y la tarea de “repensar las ciencias” se recogen también en las conclusiones de este congreso en el que han estado presentes una quinta parte de las universidades católicas de todo el mundo, con representantes de centros de los cinco continentes y a la que han acudido casi 900 personas de 40 nacionalidades.
El obispo de Ávila, Jesús García Burillo, señaló como conclusión de este congreso el hecho de haber buscado “en todas las universidades un pensamiento fuerte”.