(Efe) A través de los medios tradicionales y sobre todo de internet y las redes sociales, IU, según informa en un comunicado, pone en marcha esta campaña en la que quiere protestar por “todos los privilegios de índole económica, política y social que a estas alturas de desarrollo democrático en nuestro país sigue manteniendo la jerarquía de la Iglesia católica”. Unos “privilegios” que, según IU, que quedan “aún más en evidencia” con actos de este tipo.
Con la campaña, según la coordinadora del Área de Juventud de IU, Esther López Barceló, la coalición subraya su defensa del “Estado aconfesional que está plasmado en la Constitución desde hace más de 30 años”. López Barceló, denuncia “la complacencia del Gobierno del PSOE y de importantes sectores económicos” para vender esta visita como “uno de los mayores 'negocios' turísticos” que va a hacer Madrid, mientras se oculta “el coste real que va a tener para todos los madrileños”.
IU subraya que mientras “desde los grandes partidos se nos insiste constantemente en que es necesario 'apretarse el cinturón', es decir, resignarse”, “parece que hay una distinta vara de medir y que hay gastos que son irremediablemente necesarios”, como el recibir al Papa. “Mientras estamos en medio de una grave crisis económica, con drásticos recortes a los servicios públicos y a las cuentas estatales y autonómicas –prosigue López–, los ciudadanos no creyentes de nuestro país deben soportar al mismo tiempo otro fuego cruzado de intereses”.
La representante de IU critica “la tibieza” del Gobierno socialista ya que “otorga todo su apoyo institucional y económico a esta visita”, pero lo hace con “un perfil bajo para no molestar ni al electorado moderado que huye de cualquier signo antirreligioso, ni a los votantes de izquierdas que rechazan esta visita, pero de los que busca el voto el 20-N”.
También denuncia la postura de “la derecha pura y dura del PP” pues desde sus administraciones municipales y autonómicas “trata de ocultar los más de 50 millones de euros que tendrá como coste la Jornada Mundial de la Juventud” y “el esfuerzo que para su desarrollo se requiere de determinados trabajadores públicos, de determinadas instalaciones públicas y cuentas públicas”.
“Quienes ya están haciendo negocio con la Sanidad o la Educación no tienen empacho alguno en mercantilizar también la religión hasta extremos vergonzosos”, asegura.