(Los Andes/InfoCatólica) El cardenal Bergoglio presidió el oficio religioso desde un altar en las escalinatas de la catedral, ante más de 4.000 alumnos, maestros y profesores de numerosos colegios, en su mayoría católicos, de la ciudad. Con sol radiante, la misa, que organiza la Vicaría de la Educación que encabeza el padre Juan Torella, se realizó bajo el lema “Educar para vivir, educar para convivir”.
En la homilía, el cardenal volvió a mostrar su preocupación por la amenaza de la droga entre los adolescentes. Al señalar que “en las mismas puertas de las escuelas se vende muerte”, sostuvo que “esto es evidente: todos nos escandalizamos y decimos 'qué barbaridad', pero, sin embargo, ¿qué se hace?, ¿quién le pone remedio a esto?”.
El señalamiento de Bergoglio llegó justo el día después de que el Gobierno nacional anunció la retirada de la Policía Federal de los edificios públicos de la ciudad, como las escuelas. Y, pese a que no precisó quiénes eran los destinatarios de su crítica, afirmó que «hay mucha gente que es responsable, de una u otra manera, que se le haga llegar (a los chicos) la dosis de muerte».
Tras señalar que “les estamos dando a las futuras generaciones una cultura de muerte”, alertó que “no sólo la droga mata, sino también el egoísmo y la indiferencia de los que tenemos la responsabilidad de educar”. Pero también exhortó, en implícita referencia a los conflictos que atraviesan el país, a “enseñar que la mansedumbre es mejor que la agresión, el diálogo mejor que la crispación y el respetuoso escucharse mutuamente mejor que el insulto”.
El año pasado, el prelado había dicho que los valores que se enseñan en la escuela “terminan fracasando en la esquina de la escuela con el que viene a venderle 'merca' a los chicos”. En 2009 denunció que un sacerdote porteño había sido amenazado de muerte por denunciar el avance del paco en las villas. Luego se supo que se trataba del padre Pepe Di Paola, que se desempeñaba en el asentamiento de Barracas.
Tras la misa, se realizó un homenaje a la comunidad educativa de Japón por la fortaleza con la que afrontó las consecuencias del terremoto del mes pasado. El embajador de ese país, Hitohiro Ishida, recibió una pequeña escultura con una cruz como reconocimiento.