(Agencias/InfoCatólica) “Vengo como peregrino de Roma para rezar ante la tumba del rey san Eduardo el confesor y unirme a vosotros para implorar el regalo de la unidad entre los cristianos”, dijo el Papa ante unas 2.000 personas, entre ellas algunos miembros de la Familia Real Británica, que asistieron al acto.
En referencia al lugar, el obispo de Roma dijo que la arquitectura e historia de la abadía de San Pedro de Westiminter -su nombre completo- hablan de manera elocuente de la herencia común de fe y recuerda a católicos y anglicanos que los que les une a Cristo es más de lo que les separa. Benedicto XVI recordó que este año se cumple el centenario del movimiento ecuménico moderno.
Al respecto, tras resaltar los progresos alcanzados, dijo que son conscientes de lo mucho que todavía queda por hacer, las decepciones y los signos de esperanza que han marcado el camino ecuménico. “En un mundo caracterizado por una creciente interdependencia y solidaridad y en una sociedad cada vez más indiferente o incluso hostil al mensaje cristiano, tenemos que proclamar con renovada convicción la realidad de nuestra reconciliación y liberación en Cristo y proponer el Evangelio como la clave de un desarrollo humano auténtico e integral”, afirmó el Papa.
Fidelidad a la Palabra de Dios
El Sumo Pontífice, consciente de las reformas y del conformismo que el resto de las confesiones cristianas han admitido, ha alentado a la fidelidad a la Palabra de Dios al decir que “la fidelidad a la palabra de Dios, precisamente porque es una palabra verdadera, nos exige una obediencia que nos lleve juntos a una comprensión más profunda de la voluntad del Señor, una obediencia que debe estar libre de conformismo intelectual o acomodación fácil a las modas del momento. Esta es la palabra de aliento que deseo dejaros esta noche”.
A la llegada de Benedicto XVI miles de personas se han concentrado, entre fuertes medidas de seguridad, en la Plaza de la Abadía gritando y portando pancartas a favor y en contra del Papa, poniendo de manifiesto el carácter liberal británico, donde opiniones contrarias pueden ser claramente manifestadas. Antes de su entrada en la histórica Abadía anglicana, el Abad pudo explicarle la fachada del edificio de origen gótico.