(Almudena Docavo/La Razón) Lo que sí está demostrado, cuenta la experta, es que “con el contacto físico, se produce un retracción del no nacido, como un reflejo”, lo que podría indicar que sufre. También se ha descubierto que el desarrollo del sistema nervioso es más temprano de lo que se pensaba: las células neuronales empiezan a desarrollarse en la tercera semana.
El catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares, Nicolás Jouve, asegura que la anestesia que se administra a las mujeres no tiene efectos sobre el no nacido. “Madre e hijo tienen sistemas circulatorios independientes y la sedación actúa sobre el sistema materno”. Jouve explica que el feto está aislado en la bolsa amniótica desde la octava semana y que su única comunicación es el cordón umbilical, por el que no le llega esta anestesia local. Estos expertos coinciden con lo revelado por un estudio de la organización estadounidense Family Research Council, recogido en España por “La Gaceta”. El informe sostiene que “el feto es sometido a un intenso dolor durante el aborto” y que “la anestesia de la madre es insuficiente para que éste no sufra”.
El feto tiene receptores de dolor desde las nueve semanas
López Moratalla denunció que, mientras que para experimentar con algunos animales es obligatorio anestesiarlos, no se tiene esta sensibilidad con humanos. Además, cree que “si a partir de la semana 22 los fetos sobreviven fuera del útero, seguro que mucho antes sienten dolor”. La nueva ley autoriza el aborto hasta la semana 22 si se alega malformación del nasciturus o peligro para la salud de la mujer.
Por otro lado, la bioquímica y consultora de Bioética de la ONU Mónica López Barahona considera también que “a las nueve semanas el feto tiene receptores de dolor en la superficie de la cara, en las palmas de las manos y en las plantas de los pies, por los que siente”. Por tanto, con la aplicación de la Ley del Aborto, que permite la el aborto libre hasta la semana 14, muchos fetos podrían estar sufriendo una dolorosa intervención.