(AICA/InfoCatólica) Miles de feligreses pasaron hoy por la iglesia de San Cayetano en Buenos Aires para agradecer o pedir empleos al patrono del trabajo, una manifestación popular que se repite desde hace décadas en Argentina. La celebración religiosa de San Cayetano fue presidida por el cardenal primado de Argentina y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, ante una multitud reunida dentro y fuera de la iglesia dedicada al santo en el barrio de Liniers, en la zona oeste de la ciudad.
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, pidió hoy a San Cayetano que proteja la fe, el amor y la esperanza de los argentinos, advirtió sobre una cultura “cada vez más pagana” que pretende excluir a Dios de la vida pública y relegarlo a la sacristía, y exhortó a no perder la esperanza a pesar de las dificultades.
Al finalizar la celebración eucarística, el cardenal Bergoglio recorrió la fila de devotos, de varias cuadras (manzanas), que esperan llegar hasta el templo para pedirle a San Cayetano pan y trabajo o bien agradecer haberlo recibido.
La devoción a San Cayetano, santo patrono de la Providencia
A media noche, en medio del tañido de las campanas, fuegos artificiales y el aplauso de los presentes, el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Raúl Martín, abrió las puertas del santuario y bendijo el paso de los devotos que lentamente entraron en dos filas para venerar al santo patrono de la Providencia.
La primera en acceder fue Delia Noris Lensina, una peluquera de 67 años que desde hace 29 recorre de rodillas el trayecto desde el pórtico del templo hasta el lugar donde está emplazada la imagen el santo. La mujer que desde principios de mayo espera en una casa rodante frente al templo ingresó ataviada con sombrero, poncho con vivos grises y rojos, y una bandera argentina, tras lo cual fue seguida por un grupo de personas con discapacidad en sillas de ruedas.
Unos 1.500 voluntarios laicos, 200 sacerdotes y 800 scouts asistieron a los peregrinos, a quienes repartieron pan, caldo y mate cocido. “La cantidad de fieles es un tema subjetivo. Lo que importa es que es un día de fiesta, que la gente viene reclamar lo que le es propio, que quiere ser feliz, y no pierde la fe ni la esperanza, pese a las dificultades”, dijo monseñor Martín a la prensa. Hubo misas a cada hora hasta las 11, y después cada dos desde el altar levantado sobre la calle Cuzco. Esta expresión de fe popular se repite, además, en los más de cuarenta templos del país dedicado a San Cayetano.
Texto completo de la homilía
San Cayetano: caminamos con fe pidiendo tu protección”. El lema de este año es muy especial. Como siempre, fue el más elegido por los peregrinos. Es bien directo y con un pedido concreto. Le pedimos a nuestro querido San Cayetano que nos proteja: es que somos peregrinos, gente que va de camino, y ya sabemos que el que sale a la calle necesita protección.
Por eso le decimos: “San Cayetano, caminamos con fe pidiendo tu protección”.
Es linda la primera afirmación: San Cayetano, caminamos con fe. Lo nombramos primero al santo para que nos mire, como diciendo “San Cayetano mirá que caminamos con fe”. Nos alegra y enorgullece que nos veas aquí, haciendo la fila, caminando en la fe de la Iglesia.
La fe la tenemos. Nuestro pueblo tiene fe. Creemos en Dios nuestro Padre. Creemos en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor. Creemos en Dios Espíritu Santo, Señor y dador de Vida. Creemos en nuestra Madre la Iglesia, creemos en la Comunión de los Santos, que nos hace venir a vos, junto con todos nuestros hermanos y hermanas, a pedirte que, junto con la Virgen y todos los santos del cielo, intercedan por nosotros que necesitamos protección.
La protección que pedimos es para todas las necesidades de nuestra vida: la salud, el pan, el trabajo… También pedimos protección ante la inseguridad que produce tanta violencia desatada en nuestra sociedad. Pero junto con estas cosas pedimos de manera especial protección para nuestra fe. Te pedimos que protejas, conserves y aumentes nuestra fe.
Porque vivimos en medio de una cultura cada vez más pagana. Una cosa es ser pagano si uno nació en una cultura que no conoce aún la verdad del Evangelio y la bondad de Jesucristo. Pero para nosotros, hacer como si Jesucristo no hubiera venido a salvarnos, es dar un paso muy atrás. Es como negar a nuestros padres y a nuestros abuelos. Es como querer no tener historia. Es como si eligiéramos ser huérfanos, gente desamparada, que tiene que empezar de cero sin contar con el tesoro de la sabiduría de nuestros mayores. Al hacer como si Jesucristo no existiera, al relegarlo a la sacristía y no querer que se meta en la vida pública, negamos tantas cosas buenas que el cristianismo aportó a nuestra cultura, haciéndola más sabia y justa; a nuestras costumbres, haciéndolas más alegres y dignas…
Si somos personas de bien no debemos desconocer tantas gracias recibidas. Nosotros hemos escuchado el anuncio del Evangelio, somos gente bautizada en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, gente que ha vivido cuidada con el amor infinito de la providencia de nuestro Padre Dios y amparada bajo el manto de ternura de la Virgen María. Nosotros hemos sido marcados con el signo de la cruz y le pertenecemos a Jesús que nos compró con su Sangre. Si en algo fallan nuestros valores es porque no los vivimos a fondo. No es que tengamos que remplazarlos por otros sino que tenemos que arrepentirnos de no haberlos guardado bien y comenzar a vivirlos en toda su plenitud.
Y mientras caminamos con fe pedimos tu protección para nuestro amor. Te pedimos que cuides, conserves y acrecientes nuestro amor. Creemos con todo el corazón que es verdad lo que dice el Evangelio: que el que recibe los mandamientos de Jesús y los cumple, ése lo ama y el que ama a Jesús es amado por el Padre, que lo cuida y lo protege como a su hijo querido.Te pedimos San Cayetano que cuides este amor en el corazón de nuestro pueblo, en cada familia, en cada institución. Que nos cuides el amor misericordioso para compadecernos de los que sufren y ayudarlos como hizo el buen Samaritano. Te pedimos San Cayetano que nos cuides nuestro amor de caridad, ese amor gratuito que nos hace alegres en todo lo que sea positivo y creativo, en busca de un bien siempre mayor. Te pedimos San Cayetano que cuides nuestro amor familiar: el amor con que se aman los esposos, el amor que hace que los hijos honren a sus padres y que los padres tengan paciencia con sus hijos y los alienten. Te pedimos San Cayetano que protejas en nosotros nuestro amor de amistad, que establece vínculos de igualdad entre las personas de toda condición y es la base de las relaciones sociales.
Y mientras caminamos con fe y amor, te pedimos también que protejas nuestra esperanza. Nosotros somos conscientes de que hemos recibido una bendición y que esa bendición es al mismo tiempo una promesa. Queremos transmitir esta bendición-promesa a nuestros hijos. Decirles: “Que el Señor te bendiga y te proteja…” –como dice tan lindo la primera lectura. “Que el Señor haga brillar su rostro sobre vos y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro de Padre bueno y te conceda la paz”. San Cayetano, cuidá nuestra esperanza. Protegela de los males que la amenazan: el bajar los brazos, el tirar la toalla, el apagar la mirada pensando que no vale la pena, que en este país no se puede… ¡Nada de eso! Con tu ayuda levantamos los brazos, para bendecir al Cielo y para trabajar la tierra. Con tu ayuda nos ceñimos la toalla, como hizo Jesús en la última cena y le lavamos los pies a nuestros hermanos. Con tu ayuda encendemos la mirada y contemplamos el futuro con esperanza: ¡cuánto nos ha dado el Señor! ¡Cómo no soñar con todo lo que tiene para darle a nuestros hijos! “San Cayetano: caminamos con fe pidiendo tu protección”.