(Agencias/InfoCatólica) Benedicto XVI apuntó al hecho de que cuando Jesús nos enseño a orar, no hizo objeciones, no habló de formulas extrañas o esotéricas, sino que con mucha sencillez dijo: “Cuando oréis, decid: Padre”, y enseñó el Padrenuestro, extrayéndolo de su misma oración, con la que se dirigía a Dios, su padre.
El Papa recordó que estamos ante las primeras palabras de la Sagrada Escritura que aprendemos desde niños, que se graban en la memoria, plasman nuestra vida y nos acompañan hasta el último suspiro.
Después, el Papa se refirió a aquellos que han experimentado el valor de dicha oración en su vida, los “padres del desierto”, los contemplativos de todos los tiempos, que se han convertido por la oración en amigos de Dios, como Abraham. Santa Teresa de Ávila invitaba a sus hermanas diciendo: “Debemos suplicar a Dios que nos libre de todo peligro para siempre y nos aparte de todo mal”.
“Cada vez que recitamos el Padre Nuestro”, dijo Benedicto XVI, “nuestra voz se entrelaza con la de la Iglesia, porque quién reza no está jamás sólo. Todo fiel deberá buscar y podrá encontrar en la verdad y riqueza de la oración cristiana, enseñada por la Iglesia, el propio camino, el propio modo de rezar... se dejará, por lo tanto, conducir... por el Espíritu Santo, el cual le guía, por medio de Cristo, al Padre”.