(Paloma Fernández/Análisis Digital) Don José María Iraburu ha hablado con Análisis Digital sobre la enorme labor que realiza esta Fundación y sobre cómo evangelizar en estos tiempos en los que la sociedad pone muchos obstáculos y se muestra cerrada a Cristo .
–¿Cómo surgió la idea de fundar Gratis Date? ¿A quién pretende ayudar esta iniciativa?
Recién ordenado estuve en Chile cinco años, y después, siendo profesor en Burgos, en la Facultad de Teología, casi todos los veranos he viajado a Chile, México, Argentina, etc. para dar ejercicios espirituales y cursillos, y sigo relacionándome con personas y grupos de allí. La Providencia quiso que una mitad de mi vida sacerdotal estuviera orientada a Hispanoamérica.
Siempre vi que allí los libros católicos son escasos y muy caros. Al menos tratándose de libros de importancia, la mayoría se editan en España, y con los portes y el cambio de moneda salen allí excesivamente caros. Con Don José Rivera (+1991), un santo sacerdote diocesano de Toledo, cuya causa de beatificación va adelante, y un grupo de laicos, pensamos en hacer una especie de Editorial que publicara pocos títulos, muy elegidos y en tiradas muy amplias, que siempre se repiten cuando la obra se agota. Así nació la Fundación GRATIS DATE en 1988, que desde entonces ha publicado unos 70 títulos, escritos por 26 autores.
–¿Cómo funciona la labor evangelizadora de Gratis Date? ¿Distribuyen obras en todo el mundo?
En la Fundación, viendo que la mediación de distribuidora y librería aumenta el precio del libro un 70 %, decidimos distribuir nuestras obras de modo directo. Nuestros libros se venden en España (un 15 %) y son enviados gratuitamente a Hispanoamérica (85 %). Recibimos los pedidos por correo, Apartado 2154 - 31080 Pamplona, o con mucha mayor frecuencia por e-mail a [email protected]. De todos modos, nuestras publicaciones están íntegramente puestas al alcance de cualquiera en www.gratisdate.org
Los pedidos, efectivamente, nos llegan de todo el mundo. Han venido de Usuhaia, la más austral ciudad de Hispanoamérica, de San Petersburgo, de Madrid, de donde sea. Actualmente el mayor número de pedidos procede de Argentina.
Evidentemente nos mantenemos sobre todo gracias a los donativos, parte de ellos son fijos, periódicos, parte llegan en forma esporádica. De este modo se ha ido formando una parroquia virtual con muchos, asiduos y muy queridos feligreses de la Fundación.
–El Santo Padre en la catequesis con motivo de la celebración del día de San Pedro y San Pablo habló de san José Cafasso en el 150 aniversario de su fallecimiento y le puso como ejemplo de vocación sacerdotal. Como teólogo, ¿cree que en la sociedad actual se ponen trabas a la misión apostólica de los sacerdotes? ¿Como les animaría en estos tiempos a cumplir su labor evangelizadora?
Que la sociedad actual está muy cerrada al Evangelio y le pone muchos obstáculos parece un dato cierto. Pero yo más veo el problema en la escasez y en la debilidad de la predicación del Evangelio. No es tanto que haya poca luz porque son muy amplias las tinieblas. Es al revés. Las tinieblas del mundo han cubierto grandes zonas de la vida humana, religión, cultura, arte, política, filosofía, educación, criterios morales, porque la luz del Evangelio se irradia sobre la sociedad presente de modo muy escaso y débil., porque hay pocos sacerdotes, pocos apóstoles laicos y religiosos y hay un predominio de un Evangelio naturalista, falsificado, al gusto del mundo.
¿Remedios? Los de siempre. Vida de oración: “comunicar a otros lo contemplado”. Sin oración falta luz y fuerza para evangelizar. Amor a la cruz: sin “parresía", sin perder la propia vida, sin superar el miedo a la persecución, no hay modo de evangelizar al mundo, y más bien el evangelizador se mundaniza. Fidelidad a Biblia, Tradición y Magisterio apostólico: es Cristo quien por la Iglesia “envía”, da la misión (la fuerza espiritual) para evangelizar.
¿Medios? Los de siempre. Homilías, catequesis, misiones populares, conversaciones personales, publicaciones, encuentros, jornadas, ejercicios espirituales, apostolado del libro, páginas en internet... Todo vale para que el Evangelio sea transmitido a los hombres. Pero hace falta que haya hombres configurados plenamente al Evangelio, es decir, a Cristo, para que puedan hablar de la abundancia del corazón.
–¿Cree que la Iglesia está perseguida en España? ¿Cómo podría preservarse la unidad de la Iglesia que muchos intentan quebrantar?
Que la Iglesia está en España perseguida por los actuales poderes políticos y mediáticos –leyes, promoción de criterios y costumbres perversos, televisión, cine, prensa, editoriales, Educación para la Ciudadanía, etc.– me parece obvio.
También me parecen obvias las claves para promover la unidad interna de la Iglesia. Son las claves de los santos. Fidelidad al Magisterio apostólico, que nos asegura en la verdad bíblica y tradicional católica (la verdad es única, une; los errores son múltiples, dividen). Y la caridad fraterna entre los cristianos: es el amor la fuerza unitiva por excelencia. Pero no cualquier amor, sino el amor de Dios, que ha sido difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5,5).
–Muchos medios de comunicación distorsionan a la Iglesia católica reduciéndola únicamente a su jerarquía cuando la Iglesia es el pueblo de Dios y la jerarquía es sólo una parte de ella, ¿a qué cree que se puede deber?
Si esos medios “distorsionan” la verdad de la Iglesia, la culpa principal será de ellos. La información religiosa suele ser de una pésima calidad en dichos medios. Tienen personas especializadas en política nacional o internacional, sucesos, fútbol, música, modas, cocina, etc., pero normalmente los que tratan de temas religiosos no tienen ni idea de lo que tratan, a no ser que sean sacerdotes o religiosos secularizados, y entonces la cosa se pone peor. Como si me ponen a mí a hacer la crónica de un desfile de modelos. La mala información que dan sobre la Iglesia suele proceder unas veces de ignorancia y otras de mala voluntad, y en ocasiones de las dos.
En cuanto a la Iglesia misma, lleva ya mucho tiempo propugnando la participación de los laicos en el apostolado y la liturgia, en la cultura y la política, en los medios de comunicación social, en todo. Pero esa participación no es tan numerosa y tan potente y atrevida como sería de desear y de esperar. Entonces el mundo tiende a ver la Iglesia más como Papa-obispos-sacerdotes que como pueblo cristiano seglar. Si los laicos dieran más la cara, e hicieran suyos plenamente los combates del Reino de Dios en este mundo, quizá el mundo veríaa la Iglesia de otro modo, más conforme a su Verdad.