(C-Fam/InfoCatólica) La campaña para incluir el financiamiento del aborto entre las iniciativas sobre mortalidad materna ha sido el tema central de la cobertura de los medios previa a la 36.ª Cumbre Anual del G-8 que se realizará en Huntsville, Canadá, a fines de junio. El gobierno anfitrión ha sido víctima de considerables críticas por parte de los Estados Unidos, el Reino Unido, ONG pro-abortistas y los medios canadienses por haberse negado a introducir el aborto en el debate.
La Cumbre del G-8 convoca a los líderes de ocho de las principales economías del mundo. Tradicionalmente, el país anfitrión goza de gran libertad para establecer la agenda. En enero, el gobierno canadiense, presidido por el primer ministro Stephen Harper, anunció su intención de que la salud materno-infantil fuera una de las prioridades de desarrollo en la cumbre del presente año.
Casi inmediatamente, las agrupaciones pro-abortistas refutaron la idea, porque no incluía específicamente la planificación familiar y el aborto. La oposición fue liderada por Maureen McTeer, esposa del ex primer ministro Joe Clark y representante canadiense de la White Ribbon Alliance for Safe Motherhood (Alianza Cinta Blanca por la Maternidad Segura), quien presionó a los funcionarios del gobierno de Canadá sirviéndose de un informe publicado por Action Canada for Population Development (Acción Canadá por la Población y el Desarrollo).
La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional dejó de subvencionar los servicios de aborto en el extranjero el año pasado al no renovar contratos de financiación con dos de los mayores proveedores de aborto internacionales: la Federación Internacional de Planificación de la Familia y Marie Stopes International. Algunos creen que la no renovación del contrato se encuentra en el centro de las protestas sobre la política canadiense para la iniciativa de salud del G-8.
Tanto en febrero como en marzo, los funcionarios de la administración de Canadá confirmaron que no se incluiría el aborto ni la planificación familiar en la iniciativa de salud materno-infantil del G-8, ya que, según explicó un administrativo, «el propósito de ésta es poder salvar vidas».
El 30 de marzo, durante la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del G-8 celebrada en Quebec, la secretaria de Estado Hillary Clinton echó leña al fuego al declarar: «No puede haber salud materna sin salud reproductiva, y la salud reproductiva incluye la anticoncepción y la planificación familiar, y el acceso al aborto legal y seguro». El Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, David Miliband, manifestó que su nación concordaba en este sentido con los Estados Unidos: «Nuestra postura es muy similar a la expuesta por la secretaria Clinton».
El gobierno canadiense matizó su postura respecto de la planificación familiar; no obstante, se mantuvo firme en lo que concierne al aborto. La semana pasada, el primer ministro Harper descartó en forma definitiva el aborto como parte de la iniciativa sobre salud y afirmó: "Queremos asegurarnos de que nuestros fondos sean empleados para salvar las vidas de las mujeres y de los niños y que sean utilizados en las muchas, muchas cosas que están a nuestra disposición que, realmente, no dividen a la población canadiense".
A pesar de las declaraciones efectuadas por la secretaria Clinton en marzo, los Estados Unidos y Canadá en la actualidad no subvencionan el aborto en los países en desarrollo. Si bien la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) envía dinero a organismos independientes que proporcionan el acceso al aborto, esto se encuentra restringido por la Enmienda Helms, que establece que "No deben utilizarse fondos de asistencia al extranjero para financiar la práctica del aborto como método de planificación familiar o para motivar o coaccionar a alguien a realizar abortos".
(Para C-Fam, Terrence McKeegan; traducido por Luciana María Palazzo de Castellano)