Por si no fuera a notarse, comienzo declarando que el punto de partida profundísimo de este post y de cualquiera de los poquitos que haya escrito hasta ahora es nuestra pobreza, nuestra nada, nuestra necesidad de esperarlo todo de Aquel que nos conforta. Cuando me lean, no piensen nunca que pretendo cargarles de propósitos, y nunca musiten: “Esto de los mártires, de los perseguidos, no es para mí, yo no podría…” He aprendido de mi muy querido padre Iraburu que Dios no pide: Dios da hacer. Así que si de algún modo levantan el alma sea para pedir a nuestro Padre Dios que hos dé “luz para ver su voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla.”
Dicho esto, permitan que abra de nuevo esta ventana a la que acostumbraba asomarme, para compartir con ustedes alguna reflexión a propósito de la pandemia, y siempre con el testimonio de los mártires y perseguidos por su fe en Cristo bien cerca, por si Dios quisiera darme hacer algún bien a algún alma compartiendo.
Les adelanto que no voy a hablarles de cómo la crisis del coronavirus ha dificultado más todavía las vidas de los cristianos que sufren necesidad y/o persecución. Lo que pretendo es que dejemos de preocuparnos tanto por el virus y miremos más lejos…
Leer más... »