(AccionFamilia/InfoCatólica) Dirigiéndose a los católicos con responsabilidad pública, el cardenal aseguró que “es imposible hacer cohabitar en la propia conciencia la fe católica y el apoyo a la equiparación entre unión homosexual y matrimonio: ambas se contradicen. Obviamente la responsabilidad más grave es de quien propone la introducción en nuestro ordenamiento jurídico de la dicha equiparación, o vota a favor de una tal ley en el Parlamento. Este es un acto público y gravemente inmoral… Es imposible considerarse católico si de uno otro modo se reconoce el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo“.
“El matrimonio es uno de los bienes más preciosos de los cuales dispone la humanidad, en el cual la persona humana encuentra una de las formas fundamentales de su propia realización, y todo ordenamiento jurídico ha tenido un tratamiento de favor en relación al matrimonio, considerándolo de eminente interés público", añadió el prelado italiano.
Crisis del matrimonio
El Arzobispo de Bolonia, aseguró que “en Occidente la institución matrimonial está atravesando su más grave crisis (…) la crisis consiste (principalmente) en el juicio acerca del bien del matrimonio (…) La señal más manifiesta, aunque no la única, de esta `desestima intelectual´ es el hecho de que algunos Estados han concedido, o pretenden conceder, reconocimiento legal a las uniones homosexuales equiparándolas a la unión legítima entre un hombre y una mujer, incluyendo también la adopción de hijos".
El cardenal italiano constató que “la equiparación en cualquier forma o grado de la unión homosexual con el matrimonio tendría objetivamente el significado de declarar la neutralidad del Estado frente a dos modos de vivir la sexualidad, que no son en realidad igualmente importantes para el bien común".
Efectos sobre los niños
El prelado añadió que “está demostrado que la ausencia de la bipolaridad sexual puede crear serios obstáculos al desarrollo del niño eventualmente adoptado por estas parejas. El hecho tendrá la característica de una violencia cometida contra el más pequeño y débil, insertado en un contexto no adaptado a su desarrollo armónico".
Refutando objeciones
Tratando de las razones que pretenden soportar dicha equiparación, afirmó: “La primera y la más común es que la finalidad primera del Estado es impedir cualquier discriminación en la sociedad y de extender lo más posible la esfera de los derechos subjetivos.Pero la discriminación consiste en tratar de modo desigual a aquellos que se encuentran en la misma condición, como dice límpidamente Santo Tomás de Aquino, retomando la gran tradición crítica griega y jurídica romana: El igualamiento que caracteriza a la justicia distributiva consiste en conferir a personas diversas bienes diferentes de acuerdo a los méritos de la persona: en consecuencia si un individuo sigue como criterio una cualidad de la persona por la cual le es concedido lo debido, no se verifica una consideración de la persona sino del título (2, 2,q. 63,a. 1c)".
“El no atribuir status jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales, no es discriminación sino simplemente reconocer las cosas como son. La justicia es la aplicación de la verdad en el relacionamiento entre las personas”, aseveró el purpurado.