(LNE/InfoCatólica) A sus 85 años, Gustavo Bueno ataca de nuevo. El que durante casi cuatro décadas fuera profesor de Filosofía en la Universidad de Oviedo, acaba de publicar «El fundamentalismo democrático», más de 400 páginas en las que somete la democracia española a un riguroso examen conceptual.
-¿Qué es el fundamentalismo democrático?
-Es, sobre todo, una teoría de la democracia más que una práctica. Pero una teoría que tiene mucha incidencia en la práctica.
-El título del libro parece una crítica a la democracia.
-Cuando me dicen eso, siempre digo lo mismo: mire, señor mío, haga el favor de escuchar antes. Yo no tengo por qué atacar ni defender la democracia. La democracia está ahí. Es como la televisión: ahí está la televisión. Yo sobre todo critico el aspecto nematológico, y concretamente el fundamentalismo nematológico.
-Que consiste en...
-Para que se entienda rápidamente, consiste en suponer que la democracia es casi la única forma de Estado verdaderamente humana que da la libertad, la igualdad, la fraternidad...
-La panacea, vamos...
-La panacea, sí, el principio de todos los valores. La prueba es que cuando alguien quiere encarecer algo, revalorizarlo, dice «música democrática», «solidaridad democrática»... yo que sé, todo es democrático. Hay un ejemplo muy conocido, que ya es el colmo. Cuando el PSOE ganó las elecciones de 2008, Zerolo dijo que le producía «orgasmos democráticos». Ahí está dicho todo como una especie de éxtasis.
-Y usted considera que la democracia no es la panacea.
-No, es que no puede serlo.
-¿Por qué?
-Por mil cosas.
-¿Hay fanáticos de la democracia?
-Claro que los hay. Como de izquierda, de esos que dicen: «Yo soy de izquierda de toda la vida». El fundamentalismo democrático significa descalificar totalmente, históricamente incluso, al que no ha sido demócrata. Si la democracia es la forma plena de ser hombre, quiere decir que ni Platón ni Aristóteles ni Goethe eran plenamente hombres.
-Eso significa que Aznar o Zapatero son superiores a Carlos I o a Felipe II.
-Eso es, muy superiores, ¿cómo se va a comparar? Es una cosa completamente ridícula.
-Pero eso significa que usted ve alternativas a la democracia.
-No, ¡ya estamos! Que yo no doy alternativa ninguna, que no estoy hablando del aspecto tecnológico. La democracia la acepto como un hecho que está ahí, y que está funcionando, hasta que funcione. Y a mí plin, muy bien, que funcione. Yo voto y tal y cual... La tecnología, vamos. Yo el aspecto tecnológico, en principio, lo dejo intacto. Ahí está, como están la televisión, el cuerpo de correos o los ferrocarriles.
-¿Usted plantea la corrupción como consustancial a la democracia?
-Uno de los efectos inmediatos del fundamentalismo es suponer que la corrupción no afecta a la democracia. Como la democracia es una forma perfecta, la corrupción afecta a los funcionarios, a los ministros, a los empleados públicos, pero el sistema queda intacto. Por lo tanto, la corrupción es una cosa menor.
-Y usted no lo suscribe.
-La tesis fuerte que yo sostengo es que la democracia no es algo que está flotando en el aire, en la sociedad, sino que está siempre afectando a un pueblo histórico, no a un pueblo metafísico. Y que este pueblo es una comunidad humana, más o menos extensa, que vive necesariamente en un territorio delimitado, que es su base, su capa basal. Y esta capa basal viene heredada de otros regímenes anteriores. Esta capa basal es la patria, así, literalmente, nada de aquella pedantería de Habermas del patriotismo constitucional. La patria es la capa basal, es decir, donde está la tierra, donde están enterrados nuestros antepasados; y también la capa económica, donde están las tierras, el petróleo, las minas...
-¿Y esa concepción está en tela de juicio?
-El formalismo democrático del fundamentalismo pone entre paréntesis la capa basal y considera que la democracia española, la francesa, la alemana, la americana, son todas la misma, porque somos demócratas y lo importante es ser demócrata, y ser francés, alemán o español es secundario. Por lo tanto, y aquí viene la cosa de España, los demócratas vascos o los catalanes son tan respetables como los españoles o más, porque lo importante es ser demócrata. Lo accidental es la capa basal que se considera. Claro, cuando la capa basal de una pretendida democracia como la de los vascos o catalanes es una parte de nuestra capa basal, entonces el conflicto es inmediato. Y el conflicto no está en la democracia, sino en la capa basal. Esto desaparece por completo cuando el Tribunal Constitucional empieza con que si tienen o no derecho. No es que tengan derecho o no, es que el territorio basal español es nuestro, es de los españoles, y me lo están quitando. Déjeme de democracia: usted me está robando. Es un terreno que a los juristas no les da la gana ver.
-Porque ponen el acento en?
-En el aspecto formal, procedimental.
-¿Y deberían ponerlo en el aspecto basal?
-Claro, eso es el materialismo, es puro materialismo. Sin capa basal no hay democracia, ¿dónde está?
-¿Cómo terminará lo del Estatuto de Cataluña?
-No lo sé. El Tribunal Constitucional ha dejado pudrirse el asunto. Ahora Guerra dice que los nacionalistas catalanes están en la estratosfera. ¡Coño, eso lo sabíamos de siempre!
-¿Había menos corrupción con Franco?
-Generalmente la corrupción se atribuye más a las democracias que a las autocracias, precisamente porque las autocracias son un grupo más minoritario que no necesita corromperse, y además hay menos gente a repartir. Y sobre todo que en las democracias la corrupción se transforma en corrupción legal, está legalizada.
-¿Cómo?
-Los ministros de Franco tenían sueldos muy moderados, y el presidente de la República vivía en su casa. Si un ministro de Franco robaba 30.000 pesetas era un corrupto, pero ahora esas 30.000 pesetas están reconocidas en un sueldo. Hay una teoría muy extendida según la cual la corrupción es adaptativa, funcional, y funciona mejor un sistema con corrupción moderada que sin corrupción. Hay estudios empíricos muy detallados que creen poder demostrar que lo que se gasta en corrupción se ahorra en fluidez del sistema.
-¿Y usted apoya esa tesis?
-No, no, eso no se puede apoyar ni no apoyar. Yo hablo como Aristóteles, con perdón, yo constato.
-En el libro analiza las principales fuentes de corrupción.
-Lo que defiendo, incorporando tradiciones muy amplias, es que la corrupción no puede circunscribirse a la corrupción de personas individuales, corrupción delictiva de funcionarios públicos, ministros, empleados? La corrupción es mucho más amplia. Personalmente, yo veo más corrupción en la ley del aborto, que no es corrupción delictiva y que nadie lleva a los tribunales, que en el «caso Gürtel» o en cualquier otro asunto.
-¿Por qué?
-Porque afecta mucho más a todo lo que puede considerarse justicia y sobre todo comprensión racional de la situación. Dedico un capítulo a la ley del aborto. Intento demostrar que la ley de plazos del aborto es completamente inadmisible desde el punto de vista biológico, no tiene nada que ver con la religión ni nada de eso. A mi juicio, introducir plazos en el proceso de la ontogénesis es completamente artificioso, externo y no se justifica de ninguna manera. Por la misma razón por la que se dice que a las 14 semanas se puede abortar puede decirse a las 30 semanas e incluso a los tres años del infante. Hay una corrupción en la fundamentación de la ley del aborto, y esa argumentación no vale para nada.
-O sea, que el corrupto no siempre busca un enriquecimiento económico.
-No, no, qué va. El corrupto no se da cuenta de que está corrupto. Los que han llevado adelante la ley, la Bibiana y compañía, se creen que están poniendo una pica en Flandes. Eso es lo peor. Están completamente desorientados, pero tienen un aparato democrático y ayudados por una mayoría en las Cortes, logradas muchas veces con coaliciones, aprueban una ley que a mi juicio es un monstruo, y queda democráticamente aprobada. ¡Otra vez la democracia! Es una ley democrática: pues vaya cosa que me dice usted.
-¿En qué ámbitos observa usted mayor corrupción?
-Al margen de la corrupción delictiva, que efectivamente va a los tribunales, sobre todo la veo en la ideología. Con la cantidad de controles que hay, no creo que la corrupción económica sea el principal problema de la democracia española. Es importante, pero no el principal. El principal es la corrupción ideológica, el fundamentalismo con todo lo que abarca: los partidos políticos, los tribunales de justicia que no funcionan (el Tribunal Constitucional)?
-Usted participa de la opinión de que los políticos se han convertido en uno de los principales problemas de España.
-Es grave, sí. No digo de los principales, pero sí que son un problema.
-Por esa corrupción ideológica a la que aludía.
-Porque están completamente desorientados, sobre todo por la sacralización de la democracia. Soy demócrata: muy bien, pues a mí que me importa, sea usted demócrata.
-En la portada del libro aparece Zapatero. ¿Significa algo?
-No, eso lo puso la editorial, yo no tengo nada que ver. Además, a Zapatero lo nombro muy poco porque es un libro que no va dirigido contra nadie, aunque hay un ejemplo del juez Garzón.
-A quien atribuye el complejo de Jesucristo.
-Sí, me ensaño con él, por así decirlo, porque es un ejemplo de la teoría general, pero no por él, que a mí me importa un pimiento el juez Garzón. Ese concepto del complejo de Jesucristo no me lo he inventado yo. Se me ocurrió aplicarlo a Garzón por su ministerio de juez que juzga a los vivos y a los muertos, porque Jesucristo vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, según el credo. Y como Garzón hizo expediente a Franco y a los vivos y a los muertos, pues ahí está el complejo de Jesucristo.
-Usted es crítico con la ley de Memoria Histórica.
-Sí, totalmente. Es una de las cosas más absurdas que he visto. Primero, porque la memoria histórica es un concepto mal parido desde el principio. La memoria no es histórica, la memoria es individual. Y la historia no es memoria, eso una metáfora del canciller Bacon.
-En un capítulo analiza la OPA a Endesa.
-Porque ejemplifica, a mi juicio, hasta qué punto es corrupta la idea de la soberanía española, y cómo España está completamente mediatizada por Europa, por Alemania en aquel caso, y cómo aquello fue todo una lucha entre poderes estatales: Alemania, España, Italia y Cataluña, que fue donde empezó la historia. Es un juego donde hay un verdadero caos ideológico.