(EP/InfoCatólica) "Si la decisión última ha de ser de la mujer, me atrevería a decir que no ha de ser la única, debe haber otras opiniones", defendió Bono en una entrevista a Europa Press. "Su pareja parece que también puede decir algo relevante". El presidente del Congreso añadió que, para él, el aborto es "un fracaso": "Algunos lo plantean como un derecho y otros como un crimen. Para mí es un hecho triste que no cabe festejar como un éxito". Defendió que, ante algo "que produce dolor, contrariedad y tristeza", no hay que impedir "la ayuda del entorno, de las personas que más quieren a quien ha de tomar esa decisión". "A una muchacha que desee abortar no se la debe aislar, sino facilitarle la compañía de las personas que la quieren, como su pareja, sus padres y sus hermanos -ha enfatizado-. Es legítimo que así sea".
Tras admitir que le "choca" la edad de 16 años fijada en el anteproyecto como umbral mínimo para tomar la decisión de interrumpir el embarazo, insistió en la conveniencia de facilitar la participación del entorno de la menor. "Si la decisión última ha de ser de la mujer, me atrevería a decir que no ha de ser la única, debe haber otras opiniones -ha manifestado-. Abortar es una decisión que afecta sobre todo a la mujer que lo decide pero no solo a ella. Su pareja parece que también puede decir algo relevante".
En cualquier caso, expresó su deseo de que este proyecto de ley, como todos, se mejore en el trámite parlamentario a su paso por las Cortes, para lo cual aconsejó buscar "el máximo nivel de acuerdo porque no es un tema menor". "No es un tema que pueda usarse para el enfrentamiento entre los españoles -avisó-. El aborto tiene una trascendencia social grande, se presta a hacer planteamientos hasta muy demagógicos y sería bueno alcanzar el máximo nivel de consenso".
De todas formas, Bono no se plantea apelar al voto en conciencia cuando el proyecto llegue al Pleno del Congreso pues "tal y como está configurada la legislación electoral española, los diputados debemos el escaño al partido que nos presenta en listas cerradas y bloqueadas. No me planteo la posibilidad de la indisciplina", garantizó.
Eso sí, dijo que "aspira, desea y quiere" que el PSOE tenga en cuenta "todas las opiniones" en el seno del partido, pues no todos piensan "milimétricamente igual". "No sería un valor democrático que todos pensásemos milimétricamente igual, pues cuando eso ocurre es porque uno piensa por todos los demás o porque no piensa nadie".
Libertad religiosa
En cuanto al anunciado proyecto de libertad religiosa, que puede llevar a retirar los crucifijos de los espacios públicos, el presidente del Congreso aconsejó afrontar este tema "con sosiego intelectual y con respeto a los que no piensan o sienten del mismo modo", y por supuesto huyendo de los "enfrentamientos de religión".
"A veces los españoles tenemos cierta tendencia a emitir opiniones con vocación omnicomprensiva y generalizadora -explicó-, pero la sociedad es mucho más rica en matices y se resiste a recetas dogmáticas y fórmulas magistrales. En mi caso concreto, soy socialista y soy cristiano. Como yo hay millones de españoles, y no nos molesta el crucifijo en ningún ámbito de la vida, ni el público, ni el privado, ni en el despacho, ni en la escuela", explicó, poniendo como ejemplo que en su casa tiene un crucifijo que le regalaron cuando dejó de ser presidente de Castilla-La Mancha y que preside su despacho.
Recordó que la Constitución establece que España no es un Estado confesional, "pero somos hijos de un pasado secular en que el crucifijo se confundía con los símbolos del Estado" y hasta algunos pontificaban que "no se podía ser español sin ser católico, lo cual es disparatado".
Por eso entiende que si hoy "a alguien le incomodara la manifestación pública de un sentimiento religioso, habría que escucharle y ver si esa molestia es jurídicamente aceptable o es constitucionalmente insoportable". "Que no haya crucifijos en las Escuelas públicas no va a disminuir el sentimiento religioso de los que lo tenemos. Ni los musulmanes ni los cristianos, ni nadie puede tener derecho a exaltar su fe hasta el punto de querer imponerla a los demás", remachó.
Es más, cree que "hay muchos cristianos" que, como él, no desean que los símbolos religiosos "se utilicen para imponer convicciones a nadie". En esta línea citó al Cardenal Tarancón que siempre "se opuso a que un partido demócrata-cristiano representara a la Iglesia y a que la Constitución proclamara la confesionalidad católica del Estado". "Entonces y ahora había y hay otros cardenales nada taranconianos", añadió.
"Debemos ser respetuosos y que la mayoría decida, por supuesto respetando los sentimientos y convicciones religiosas de todos los ciudadanos", concluyó.