(Gaudium Press) Las escuelas católicas han debido adaptarse a los desafíos propios de las medidas de aislamiento preventivo frente al COVID-19, pero tienen el reto adicional de mantener las características propias que hacen de la educación católica una alternativa ideal para los padres de familia. Con el fin de ayudar a las instituciones, la Sociedad Cardenal Newman de Estados Unidos impartió un seminario web gratuito y publicó una guía con consejos para mantener la identidad católica en la educación a distancia.
«En este momento de ansiedad y aislamiento, el carácter especial de las escuelas católicas es más importante que nunca», afirmó Patrick Reilly, Presidente y Fundador de la Sociedad Cardenal Newman. para los expertos Dra. Denise Donohue y Dr. Dan Guernesey de esta misma organización, la educación a distancia debe mantener los pilares que identifican las instituciones de clara inspiración católica: «Somos buenos en la comunidad, la oración, la formación integral y la creación de una cosmovisión católica», afirmaron.
Los 4 pilares de la educación católica
La primera dimensión, la comunidad, se refiere a la construcción de un ambiente en el que se transmiten «nuestras tradiciones, valores y creencias católicas», explicaron los expertos. Esta comunidad se mantiene mediante una comunicación más cercana por parte de los maestros y a través de los padres, empleando los medios disponibles como correos, llamadas o videollamadas. «Cuánto más importante es ahora la presencia del maestro en estos tiempos inquietantes, cuando reunirse es difícil y el “distanciamiento social” es la norma», indicaron.
Mantener la oración y la cercanía a los sacramentos es un reto durante la contingencia. Algunos consejos ofrecidos son iniciar las clases virtuales con una oración, promover que las familias cuenten con un lugar dedicado especialmente al culto divino y replicar en las clases virtuales espacios con las mismas características que se buscan en las aulas de las escuelas católicas. «Se debe alentar a los padres a imitar la disposición física de la escuela, no solo los espacios de trabajo designados y las habitaciones bien iluminadas y tranquilas para las clases virtuales, sino también las imágenes católicas y los espacios de oración que se encuentran en una escuela católica», recomendaron.
Para promover una formación integral, los expertos recomendaron conectar los contenidos académicos con «lecciones sobre la virtud o la fe», de forma que se generen preguntas esenciales que ayuden a los padres de familia a «participar en la formación, ayudando a entender los conceptos mediante el diálogo y los ejemplos». Otra preocupación que las escuelas católicas es la de «los peligros de obligar a los estudiantes a sentarse ante una pantalla durante gran parte del día», por lo que recomendaron emplear en lo posible los textos físicos y cooperar entre los maestros a «cuantificar, coordinar y racionar el tiempo frente a la pantalla como una “obra de misericordia corporal” para con nuestros pobres estudiantes».
El último pilar es la enseñanza de una cosmovisión católica. «La educación católica no solo enseña materias seculares como otras escuelas, sino que también imparte una visión cristiana del mundo, de la vida, de la cultura y de la historia, ordenando toda la cultura humana a las noticias de salvación», propusieron los expertos. También aconsejaron recomendar la lectura de obras clásicas en casa y, sobre todo, ofrecer un testimonio de las fortalezas de la educación católica en medio de la pandemia.
«La mayor de estas fortalezas es el amor», indicaron. «Los educadores pueden mostrar “consuelo y misericordia” a los estudiantes “estresados y abrumados” y asociarse verdaderamente con los padres, que pueden estar procurando trabajar desde casa mientras se aseguran de que la educación de los estudiantes continúe sin interrupción».
Con información de The Cardinal Newman Society.