(VaticanNews/InfoCatólica) El Papa Francisco pidió rezar por los muchos difuntos «que mueren solos sin poder despedirse de sus seres queridos» y por los familiares que «no pueden acompañar a sus seres queridos en su fallecimiento» debido a las especiales medidas sanitarias que se aplican en la epidemia de coronavirus COVID-19.
Como cada día, el Santo Padre celebró también este Domingo Laetare de la Cuaresma la Eucaristía en la capilla de la Casa Santa Marta a las 7:00 a.m. (hora local), en la que participaron los tres sacerdotes y las religiosas que viven allí.
Al comenzar, el Papa pidió una oración especial por los moribundos y difuntos y por sus familias. «En estos días, escuchamos las noticias de muchos difuntos, hombres y mujeres que mueren solos, sin poder despedirse de sus seres queridos. Pensemos en ellos y recemos por ellos. Pero también por las familias, que no pueden acompañar a sus seres queridos en su fallecimiento. Nuestra oración especial es para los difuntos y sus familias», pidió el Papa.
Homilía: la curación del ciego de nacimiento
En su homilía, el Pontífice comentó el pasaje del Evangelio de San Juan (9:1-41) que relata la curación por Jesús, fuera de la sinagoga, a un hombre ciego de nacimiento y animó a «no tener miedo a que Jesús pase por nuestras vidas».
«Este pasaje del libro de San Juan habla por sí mismo» dijo el Papa quien recordó que «un anuncio de Jesucristo es también una catequesis».
Por ello, el Santo Padre se detuvo brevemente en los personajes de esta narración. En primer lugar, en el ciego de quien destacó su sabiduría: «asombra la sabiduría del ciego, cómo responde. Estaba acostumbrado a moverse con las manos, tenía el olfato de las cosas peligrosas que lo podían hacer caer, y se mueve como un ciego, con una argumentación clara, precisa, y después usa la ironía, se da ese lujo».
Luego, Francisco señaló que «los doctores de la ley sabían todas las leyes, todas, pero estaban fijados allí, no entendían cuándo pasaba Dios, eran rígidos, estaban apegados a sus hábitos, el mismo Jesús lo dice en el Evangelio de Mateo». «… Y esa rigidez los llevaba a cometer injusticias. Brota delante a Cristo ese sentimiento de cerrazón», explicó.
En esta línea, el Papa Francisco citó la frase de San Agustín: «tengo miedo de Cristo cuando pasa» para dejar una enseñanza.
«Tengo miedo que pase Cristo. Pero, ¿por qué tienes miedo? Tengo miedo de no darme cuenta que es el Cristo y dejarlo pasar. Y una cosa es clara, en presencia de Jesús florecen los verdaderos sentimientos del corazón, salen las verdaderas actitudes, es una gracia, y por eso Agustín tenía miedo de dejarlo pasar sin darse cuenta que estaba pasando. Es claro, pasa, cura a un ciego, y se desata el escándalo, y después, sale lo mejor de las personas y lo peor de las personas», advirtió el Papa.
Por este motivo, el Santo Padre aconsejó a todos tomar el Evangelio de San Juan y leer el capítulo 9 «leerlo en casa tranquilos, una o más veces, y entender bien, qué sucede cuando pasa Jesús» para entender bien lo que San Agustín nos dice «tengo miedo del Señor cuando pasa, que yo no me dé cuenta y no lo reconozca, y no me convierta».
Antes de concluir la Misa, el Papa Francisco rezó unos minutos en silencio delante de la Eucaristía expuesta en la custodia y, nuevamente, impartió la bendición con el Santísimo Sacramento. Al terminar la celebración eucarística se detuvo ante la imagen de la Virgen María mientras que se entonaba un canto dedicado a ella.