(InfoCatólica) Tras hablar de la Virgen María, predestinada desde la eternidad a ser la Madre de Cristo, nuestro Dios y Señor, y por ello colmada de gracia divina para poder desempeñar su papel en la salvación, el cardenal citó a San Pablo para recordar que Dios también nos eligió en Cristo «antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor; nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza y gloria de su gracia, con la cual nos hizo gratos en el Amado» (Ef 1,4-6). Y dijo: «María ha dado comienzo a aquello que seremos nosotros... es el prototipo de los redimidos.. la veneramos como el arquetipo y origen de la Iglesia»
Precisamente respecto a la Iglesia el cardenal reflexionó sobre cuál es su misión y qué es lo que está ocurriendo hoy:
«La misión de la iglesia: proclamar y testificar a los hombres y al mundo entero la salvación por medio del Hijo de Dios, y mostrar a los hombres el camino al cielo. ¿En qué es diferente hoy? Para algunos, se ha convertido en una entidad puramente sociológica que tiene que adaptarse a la corriente política y social, en línea con la moda. Al igual que en un parlamento, está pendiente de hallazgos científicos supuestamente recientes, especialmente de las ciencias sociales y humanas, para negociar sobre la fe y la doctrina de la iglesia y como los políticos, a través de resoluciones mayoritarias aprobadas democráticamente, llevar a cabo una llamada reforma de la Iglesia, detrás de la cual a menudo no se oculta nada más que una adaptación al pensamiento del mundo».
Y añadió:
«¿Es esto posible? ¿Cómo podría la iglesia cumplir con las diversas expectativas y aspiraciones a menudo contradictorias de la gente de hoy? ¡Tendría que doblegarse! Tendría que empantanarse y convertirse en un supermercado, una tienda de autoservicio, donde todos recogen lo que les conviene. Pero eso haría que la Iglesia fuera infiel a sí misma. Perdería su identidad y se disolvería».
El purpurado siguió explicando lo que es y lo que no puede ser la Iglesia:
«La Iglesia no es obra del hombre. Está fundada por Cristo. Pero eso también significa que no podemos simplemente deshacernos de todo lo que queramos o decidir por mayoría cómo debe ser hoy la fe y la iglesia. Se nos ha confiado algo que debemos preservar. Esto se aplica de manera especial a los sacramentos, especialmente a la Sagrada Eucaristía. Incluso el sacerdocio no es inventado por los hombres, sino que se remonta a las disposiciones del Señor».
No al sacerdocio femenino:
«Si tomamos esto en serio, queda claro que la cuestión del sacerdocio de la mujer, por lo tanto, no es una cuestión que esté dentro de nuestro poder de disposición. El papa Juan Pablo II decidió esta cuestión con plena autoridad para toda la Iglesia ya en 1994 y el papa Francisco ha confirmado repetidamente esta decisión de su predecesor».