(ForumLibertas.com) Islas Maldivas es un destino paradisíaco para muchos turistas occidentales. Sin embargo, pocos saben que este país islámico-censor obliga a declarar los evangelios en su entrada, debido a estar considerado un producto de contrabando.
Como país es un resort en sí mismo, un montón de playas para que los occidentales consigan sacarse fotos de ensueño en el océano Índico. Pero también allí conviven 2 enemigos actuales del occidente cristiano: el fundamentalismo islámico y algo aún peor: el panteísmo hindú.
Maldivas controla la entrada de libros de otros credos como la Biblia.
Islas Maldivas no duda en exprimir al occidental ocioso, presuntamente cristiano, al tiempo que prohíbe la apertura de cualquier templo cristiano y humilla la visitante preguntándole en la aduana si están introduciendo en el país alguna Biblia o evangelio, o cualquier otro tipo de libro referente a cualquier otro credo que no sea el mahometano.
Como a la mayoría de los occidentales que acuden a las Maldivas, la Biblia les es indiferente, los islámicos se aprovechan. Un ejemplo de una cultura occidental europea decadente en sus convicciones, incapaz de defender sus raíces fundacionales cristianas.
Uno de los países con «alta intolerancia»
No en vano, Maldivas aparecía en el documento bienal, de la organización católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), como uno de los peores países en cuanto a tolerancia religiosa.
El estudio se aplicaba a un período de octubre 2012 a junio 2014, y fue publicado en francés en el sitio internet L’Observatorire de la Libertè Religieuse.
En la categoría de «alta intolerancia» figuraban 20 países, entre los que se encontraba Maldivas. De esos 20, 14 «viven situaciones de persecución religiosa vinculadas al extremismo musulmán» según el AIN. Se trataba de Afganistán, República Centroafricana, Egipto, Irán, Irak, Libia, Maldivas, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. En otros 6 países (Birmania, China, Erytrea, Corea del Norte, Azerbayán y Uzbekistán), las persecuciones eran producto de «regímenes autoritario», según el informe.