(Gaudium Press) El sacerdote P. Carter Griffin, autor del libro «¿Por qué el Celibato? Reclamando la Paternidad del Sacerdote», dedicó una entrevista divulgada por el informativo CNA a exaltar esta disciplina de la Iglesia. Según expuso el presbítero, lo que busca la Iglesia no es una imposición o una prohibición, sino una forma de vida que facilita el ministerio y el desarrollo de una auténtica paternidad del sacerdote.
«El celibato permite una cierta apertura de corazón, un tipo de amplitud de corazón, que facilita la capacidad de un hombre para vivir su sacerdocio y para entregarse a los demás», expuso el autor. «Jesús realmente tenía que estar disponible para todos...si su corazón tenía una parte privilegiada de amor dirigida a su esposa o hijos, simplemente no podía hacer lo que pretendía hacer». Esta imitación de Cristo en un amor sacerdotal y una paternidad espiritual fue destacada como el principal fin de esta disciplina.
Además, expuso, el celibato comunica sobre la primacía de Dios en la vida de los hombres. «Nuestros bienes más importantes no son los placeres terrenales, sino que de hecho son aún más grandes y más altos», recordó el P. Griffin. El presbítero se refirió a quienes afirman que una paternidad natural haría más sensibles a los sacerdotes y pidió tener en cuenta la importancia de la paternidad espiritual que constituye una guía para los padres naturales. Cualquier sugerencia en este sentido debería ser acompañada según el sacerdote de una reflexión: «¿A qué costo?».
«Si lo correcto para nosotros son los sacerdotes célibes, entonces averigüemos cómo construir la cultura católica como se ha hecho cada vez que esta pregunta surge siglo tras siglo», propuso el presbítero. «Creo que debemos cambiar lo que está causando la escasez en las vocaciones, en lugar de simplemente cambiar los estándares para entrar al Seminario». De una manera similar a como en los matrimonios se encuentran cónyuges infieles y no por eso se sugiere como solución permitir la infidelidad, «hay sacerdotes célibes infieles, y el problema es que son infieles. El problema no es que sean célibes».
El P. Griffin relató cómo, desde su propia experiencia, descubrió que el celibato es un regalo de Dios. «Planifiqué casarme, me hubiera encantado casarme y tener una familia en muchos aspectos, pero el Señor ha usado esos deseos y los ha transformado, y soy el tipo más feliz del mundo», expuso. «Y creo que muchos sacerdotes dirían lo mismo. Espero que las personas puedan, al poner orden en todas las cosas que se les arroja, ver que muchos sacerdotes están viviendo sus vocaciones con alegría y con belleza».
Con información de CNA.