(The Public Discourse/InfoCatólica)El Arzobispo de Filadelfia, Estados Unidos, Mons. Charles Chaput, impartió un discurso en la Cumbre de la organización Alliance Defending Freedom en el que exhortó a los fieles a no renunciar al testimonio público de la fe. El prelado destacó la labor de defensa de la libertad religiosa de la organización y la importancia de «construir una cultura de libertad religiosa».
Mons. Chaput destacó la trascendencia de la identidad cristiana en la labor de construcción de la sociedad por parte de los creyentes. «El amor a Dios y a otras personas humanas, la virtud de la caridad, es el espíritu que anima toda acción política auténticamente cristiana», indicó. «Por amor, no quiero decir 'amor' en un sentido sentimental o indulgente como qe ofrece la 'tolerancia' como una coartada para la inacción frente al mal. Quiero decir amor en el sentido bíblico: amor con un sentido de valentía, amor determinado a construir la justicia en la sociedad y enfocado en el verdadero bien de toda la persona humana, cuerpo y alma».
Mons. Chaput recordó que el auténtico progreso incluye la dimensión espiritual del ser humano y que los creyentes pueden respetar la separación de la Iglesia y el Estado, «mientras que este arreglo se traduzca en una verdadera libertad religiosa, y no la copia medio desnutrida de lo real, denominada 'libertad de culto'».
«Nunca podemos aceptar una separación de nuestra fe religiosa y nuestras convicciones morales de nuestros ministerios públicos o nuestro compromiso político. Es imposible», exhortó el Arzobispo. «E incluso tratar de hacerlo es malo porque nos obliga a vivir dos vidas diferentes, adorando a Dios en el hogar y en nuestras iglesias; y adorando la última versión de César en todas partes».
El prelado indicó que la fe sincera y auténtica fomenta la virtud y el respeto a la dignidad humana, y que la dimensión religiosa está ligada profundamente a la naturaleza humana. Por este motivo la religión es parte vital de la construcción de la sociedad y no debería ser excluida como proponen los promotores del laicismo y que conduce en realidad a una forma de idolatría del sistema político. La misión de los creyentes incluye asumir la defensa de la fe y del bien común en la llamada «guerra cultural» y no caer ante la tentación de la cobardía o la acedia.
«Si queremos una cultura de libertad religiosa, debemos comenzar a vivir esa cultura aquí, hoy y ahora. Lo vivimos entregándonos de todo corazón a Dios, amando a Dios con pasión y gozo, confianza y coraje, y sin retener nada. Dios se encargará del resto», concluyó Mons. Chaput. «Al final, Dios es el constructor. Somos las piedras vivas. Cuanto más firme sea nuestra fe, más profundo nuestro amor, más puro será nuestro celo por la voluntad de Dios, y más fuerte será la casa de la libertad que se levanta en nuestras propias vidas y en la vida de nuestra nación».