(Aica) El papa Francisco, de viaje hoy en Macedonia, fue informado de la noticia del fallecimiento de Vanier y reza por él y por toda la comunidad del Arca, según informó la Santa Sede. El pontífice, tras su encuentro con Vanier, en marzo de 2014, lo había llamado «un hombre de sonrisa y encuentro».
Activo y entusiasta hasta el final, en estas últimas semanas su salud se deterioró notablemente, por lo cual estaba hospitalizado en el centro de tratamientos paliativos Maison Médicale Jeanne Garnier, en París.
«Jean nos ha dejado al final de una larga vida de excepcional fecundidad. Su comunidad de Trosly, el conjunto de El Arca, de Fe y Luz, muchos otros movimientos y miles de personas se han nutrido de su palabra y de su mensaje», anunciaban Stephan Posner y Stacy Cates-Carney, los dos responsables de El Arca Internacional, tras la noticia de su fallecimiento.
De origen canadiense, Jean Vanier nació un 10 de septiembre de 1928 en Ginebra. Era el cuarto de cinco hermanos, varios de ellos con gran sensibilidad artística y espiritual. Uno sería monje trapense, otro pintor, otra trabajaría en cuidados paliativos. Su padre había sido héroe en la Primera Guerra Mundial, y después diplomático y embajador de Canadá en la Liga de las Naciones en Ginebra. En 1959, cuando Jean tenía 30 años, vio que su padre era nombrado Gobernador General de Canadá.
A los 13 años, en medio de la Segunda Guerra Mundial, Jean ingresó en la Marina y pasó 9 años en la flota militar británica. En la Armada, Vanier aprendió a ser duro y eficaz. No era sitio para débiles. Pero sí vio muchos débiles: deportados de la guerra, prófugos, heridos, incluso supervivientes de los campos de exterminio. Dejó el mundo militar después de realizar unos ejercicios ignacianos de 30 días.Tenía 22 años y sentía «una invitación de amor de Jesús para que deje todo para seguirlo». Y se puso a estudiar filosofía, pensando que más adelante llegaría a ser sacerdote.
A partir de 1964, comenzó a convivir con un pequeño grupo de personas con discapacidad mental y fue así como nació la gran aventura de El Arca, que se basa en comunidades donde cohabitan personas con discapacidad mental y sin ella.
Filósofo y pensador
Vanier era un filósofo, un pensador. Recibió su doctorado en Filosofía en 1962 por su tesis «La felicidad: principio y fin de la moral aristotélica». Y empezó ese año a dar clases de filosofía en la Universidad de Toronto.
En el mundo académico, se reafirmó en su experiencia de firmeza, inteligencia, brillantez, exigencia, competencia.. Pero todo eso era de poca importancia al tratar con los discapacitados psíquicos. Con ellos, la mente y las palabras importaban menos que el cuerpo, la presencia, la emoción, el abrazo. Lo importante de verdad era la relación, el trato entre personas.
Autor de varios libros, en sus textos valora una y otra vez las cosas sencillas: el abrazo, la sonrisa, el juego, el acompañamiento, la oración con gestos, incluso las horas de sueño. Dormir más y mejor es importante, escribía, para las personas y para las comunidades: menos irritabilidad, más tranquilidad, menos ansia de «hacer» y de «eficacia». Todo junto ayuda a la fe y la amistad, cosas que van unidas.