(Servimedia/InfoCatólica) «Está claro que han abierto una cuestión que no era necesaria y de la que ahora parece que no saben cómo salir», dice el Prior de la Abadía del Valle de los Caídos en un amplio reportaje de la revista religiosa «Vida Nueva» sobre el empeño del Ejecutivo de Pedro Sánchez de exhumar a Franco.
Sobre la gestión del caso, el padre Cantera desvela: «El Gobierno nos ha saltado por completo, no han hablado conmigo». El prior aclara que no se le notificó cuando miembros del Ejecutivo visitaron meses atrás la basílica. «Ni siquiera nos avisaron por cortesía. Les habría recibido», asegura. «Se nos ha presentado como los residuos del franquismo», lamenta el religioso, que también sufrió encontronazos y «problemas» con el régimen de Franco.
No obstante, se siente «respaldado» en las decisiones adoptadas por su comunidad, sus superiores benedictinos en Francia y por las autoridades eclesiales, tanto el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, como el nuncio Renzo Fratini:
«Estamos al habla y les tengo al corriente. En los puntos fundamentales coincidimos: no se puede exhumar sin el permiso de la familia. Si no hay acuerdo entre las partes, hay que esperar a lo que decida el Gobierno».
Las tareas de la Abadía benedictina
Fray Santiago Cantera, benedictino que preside una comunidad de 22 monjes , que atiende también a 35 chavales de una escolanía, subraya que entre las tareas que realizan desde que llegaron a ese recinto hace 60 años están las continuas oraciones «por todos los difuntos en la Guerra Civil, de uno y otro bando, y de rezar por la paz en España».
En el reportaje el prior explica la vida «en paz» que se desarrolla en el Valle, cuyas instalaciones se están abandonando. El monje denuncia que no han recibido la asignación económica de 2018 que corresponde al Estado: «Hay un impago total. Si hay un chantaje de tipo político por detrás, no lo sé».
Sin embargo, las visitas a la basílica donde reposan los restos de Franco han aumentado desde que el presidente Pedro Sánchez anunciase su exhumación. Casi 390.000 personas visitaron el recinto del Valle el año pasado, un 33% más que en 2017, pese a sus «signos visibles de abandono»: el funicular no funciona; las esculturas de la base de la cruz están sin restaurar; las bóvedas están deterioradas; hay una plaga de palomas y humedades y las rutas de senderismo están inutilizadas. «Es un disparate que esto se esté dejando abandonar y que se venga abajo», denuncia el padre Santiago Cantera.