(Infocatólica) «Él sabrá el momento de decir algo», dijo Phyllis Zagano, profesora adjunta de religión en la Universidad de Hofstra, que formó parte de la comisión.
Sin embargo, Zagano sugirió que los católicos de base también tienen un papel que desempeñar en las discusiones sobre el tema.
«Depende de la Iglesia hacer ruido», dijo, y opinó que «retrasar una respuesta positiva» sobre si las mujeres pueden servir como diaconisas «es una respuesta negativa».
Zagano hizo esas declaraciones en una mesa redonda sobre las mujeres diaconisas, celebrada en el Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham, que fue retransmitida en vivo por Salt and Light Media.
Los panelistas incluyeron a los miembros de la comisión Zagano y al padre jesuita Bernard Pottier, miembro de la facultad del Institute D’Etudes Théologiques en Bruselas, junto con la hermana Donna Ciangio, O.P., canciller de la archidiócesis de Newark y directora y fundadora de la Consulta de Liderazgo de la Iglesia. El P. Thomas Rosica, director ejecutivo de Salt and Light y consultor durante mucho tiempo de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, moderó el evento.
Se da la circunstancia de que el P. Rosica aseguró en septiembre del año pasado que «el papa Francisco rompe con las tradiciones católicas siempre que quiere» y sostuvo la idea de que «nuestra Iglesia ha entrado en una nueva fase: con la llegada de este primer papa jesuita, está gobernada abiertamente por una persona y no por la autoridad de la Escritura solamente ni tampoco por sus propios dictados de Tradición más Escritura».
La comisión
La comisión, establecida en agosto de 2016 y compuesta por doce miembros, seis mujeres y seis hombres, y encabezada por el entonces arzobispo, ahora cardenal Luis Francisco Ladaria, ha «entregado un informe y el Santo Padre lo tiene», reveló Zagano. Su mandato era abordar la cuestión histórica sobre las diaconisas en la Iglesia primitiva.
Aunque Zagano dijo que los miembros de la comisión estaban limitados en cuanto a lo que podían decir sobre el contenido del informe, tanto ella como Pottier dieron a entender que había un consenso general en el seno de la comisión sobre la evidencia histórica y sobre el papel que las diáconas podían desempeñar en el futuro.
Zagano como Pottier discutieron la evidencia histórica con respecto a las mujeres diáconos, y señalaron que durante milenios las mujeres fueron encomendas para tal función. Al reconocer que ha habido opiniones divergentes en cuanto a la naturaleza de las consagraciones, concretamente si fueron «bendecidas» u «ordenadas», aseguraron que los términos se han usado indistintamente a lo largo de la historia.
Precisamente es fundamental establecer si las diaconisas, que ciertamente existieron, recibían o no el sacramento del orden. Según el cardenal Müller, no existe la posibilidad de que sean ordenadas.
La ordenación de mujeres, o su acceso a la función de pastor, ya ha provocado cismas importantes en el seno del protestantismo, especialmente en la Comunión anglicana.
En cuanto a la posibilidad de que las mujeres puedan ser alguna vez ordenadas como sacerdotisas en la Iglesia Católica, San Juan Pablo II zanjó definitivamente la cuestión en la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Con informacion de Crux