(Conferencia Epsicopal de Venezuela/ACI) El Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), Mons. José Luis Azuaje, afirmó que la historia dará su veredicto sobre la toma de posesión de Nicolás Maduro para un nuevo periodo de seis años, pero advirtió que el desempeño del mandatario «se ha hecho ilegítimo y moralmente inaceptable», pues sigue llevando al país al despeñadero.
«En tres días se realizará la juramentación del presidente de la República. Todas las dudas enmarcan esta juramentación, ¿legítima?, ¿ilegítima? La historia cuando sea el momento, a través de los actores que propiciaron unas elecciones tan dudosas en un marco de ventajismo, dará su veredicto»
El 10 de enero Maduro juramentará para su segundo periodo como presidente que debe durar hasta el 2025. Sin embargo, más de 40 gobiernos han anunciado que no lo reconocerán como mandatario por las dudas que rondan en torno a la legitimidad de las elecciones del 20 de mayo de 2018, en las que hubo un alto ausentismo y no participó gran parte de la oposición.
«Lo que sí es cierto del todo es que nuestro país vive una desproporcional crisis en todos los ámbitos, pero por desgracia quien ha dirigido el gobierno nacional durante estos últimos años, produciendo un deterioro humano y social en la población y en las riquezas de la nación, está empeñado en proseguir la misma cartilla, sin cambios significativos en la economía y en el mejoramiento de las condiciones de vida de los Venezolanos, por lo que en su desempeño se ha hecho ilegítimo y moralmente inaceptable. Seguir el mismo camino hasta ahora transitado es llevar al despeñadero al pueblo», advirtió Mons. Azuaje.
Violencia y pobreza
El Prelado dijo estas palabras en el discurso de inauguración de la Asamblea Ordinaria de la CEV que se realiza en Caracas.
El también Arzobispo de Maracaibo denunció que en Venezuela siguen «los grandes índices de pobreza», de hiperinflación, corrupción que entre otras cosas han causado el colapso de las instituciones de salud y la migración de millones de personas.
Además existe una «mayor amenaza y represión, una violencia incontrolable que ha dejado más de veinte mil personas asesinadas en el año 2018». También hay «centenares de presos políticos, civiles y militares, que claman justicia».
Las violaciones de los derechos humanos han «tenido su colofón en el asesinato del joven indígena pemón Charly Peñaloza de 21 años y la represión a comunidades indígenas y líderes comunitarios, donde hay en juego muchos intereses», añadió.
«Con este racimo de deterioro, podemos imaginarnos los sufrimientos que tendrá que pasar el pueblo en un nuevo período de gobierno, si no se ponen las correcciones necesarias que pasa por un cambio integral de política y de actores políticos», advirtió.
Mons. Azuaje señaló que en medio de esta situación los obispos cumplen el llamado del Papa Francisco para que permanezcan cerca del pueblo y no lo abandonen. «No nos ha pedido estar cerca de los políticos y menos del gobierno, sino del pueblo porque es el que siempre lleva las de perder en toda diatriba política y en los desajustes económicos», indicó.
«Cada obispo, así no esté reseñado en la prensa local o nacional, está trabajando desde la misión evangelizadora y la promoción humana, abarcando todo el territorio nacional; no solo lo hace con su presencia, sino también con la labor de los párrocos, religiosos y religiosas, diáconos permanentes, seminaristas y laicos evangelizadores», afirmó.
Involucración de los fieles en la vida pública
En su extenso discurso el Presidente de la CEV denunció que «en el ámbito político, la gente está como oveja sin pastor, sin proyecto común, y se le hace cuesta arriba el fortalecer la ciudadanía y la conciencia de corresponsabilidad política».
Ante ello, recordó a los fieles que «nuestra conciencia cristiana nos debe comprometer cada día más». El Papa Francisco «nos dice que ‘nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos’».
«Esta afirmación toma sustento y sentido porque ‘una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra’. Así que cada quien cargue con sus responsabilidades en esta hora aciaga del país. No juguemos a lo que no somos, antes bien, que brille la identidad y los valores de cada una de las instituciones. Es el mejor servicio a los venezolanos», afirmó.
Mons. Azuaje indicó que «la política es ‘un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre’, pero también hay que advertir que cuando ‘aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción’».
Devolución de competencias a la Asamblea Nacional
El Prelado también exigió que se devuelvan sus competencias a la Asamblea Nacional, cuya dirección fue confiada electoralmente a la oposición, pero que fue reemplazada por el Gobierno con una Asamblea Nacional Constituyente.
En ese sentido, entre las reflexiones que se realizarán en la Asamblea Ordinaria, la CEV buscará «incentivar la cultura del encuentro entre los venezolanos» enfocándose «en la centralidad de la persona humana y no en ideologías», promover «la responsabilidad política que es impulsada por la Doctrina Social de la Iglesia», e «intensificar la misión evangelizadora de la Iglesia desde una ‘nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría’, siendo una Iglesia en salida con las puertas abiertas. «Esta no es cualquier salida, sino la misionera, puesto que ésta ‘es el paradigma de toda la obra de la Iglesia’», afirmó.