(EP) «Es un fracaso total del 'concilio de unificación'. No hubo ninguna unificación, se llevó a cabo la unificación de los cismáticos, su legalización ilícita y anticanónica por parte del Patriarca (Bartolomé), cuya jurisdicción no se extendió a la tierra ucraniana, ni podía extenderse», ha dicho el patriarca Kirill.
En dicho concilio, la nueva Iglesia ortodoxa ucraniana eligió a Epifani Dumenko como patriarca. La Iglesia ortodoxa rusa ha quitado hierro al concilio y ha resaltado que es poco probable que Epifani cuente con apoyo en el mundo ortodoxo.
Asimismo, el Patriarca ruso ha denunciado que las autoridades ucranianas y estadounidenses interfieren en los asuntos de la Iglesia ortodoxa ucraniana para romper los lazos espirituales entre los puablo ruso y ucraniano.
En este sentido, ha recalcado que diplomáticos del país norteamericano trabajan en Ucrania para «romper los últimos lazos que unen a estos dos pueblos, que son los lazos espirituales», con el apoyo de Kiev, según ha informado la agencia rusa de noticias Sputnik.
Por ello, ha denunciado el «silencio total y absoluto» de la injerencia del presidente ucraniano, Petro Poroshenko, en la vida eclesiástica, después de que promulgara una ley que obliga a la Iglesia ortodoxa ucraniana a cambiar su nombre en cuatro meses para quitar la referencia a Rusia.
La Iglesia Ortodoxa de Constantinopla anunció el 29 de noviembre que había redactado una carta constitucional para una iglesia «autocéfala» en Ucrania, una decisión que llevó a la Iglesia Ortodoxa de Rusia a romper sus lazos con el Patriarcado de Constantinopla.
En un comunicado publicado en su web, el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla confirmó el 11 de octubre que, tras tres días de sínodo, había decidido «renovar la decisión ya tomada de que se proceda a garantizar la autocefalia a la Iglesia de Ucrania».
Asimismo, indicó que se ha aprobado rehabilitar el Patriarcado Ecuménico de Kiev, excomulgado por la Iglesia Ortodoxa rusa a principios de los años noventa del siglo XX por apostar por la separación de Moscú.
El Patriarcado suspendió además el anatema impuesto a los jerarcas de las llamadas Iglesia Ortodoxa Ucraniana Autocéfala, fundada en 1917, y la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev, creada en la década de los noventa, Makari y Filaret, respectivamente.
En este sentido, revocó también el lazo legal incluido en una carta sinodal de 1686, «publicada para las circunstancias de ese momento», que daba los derechos al Patriarcado de Moscú sobre la ordenanza de Kiev.
Por último, pidió «a todas las partes implicadas» que «eviten la apropiación de iglesias, monasterios y otras propiedades, así como cualquier otro acto de violencia o venganza, para que la paz y el amor de Cristo permanezcan».
Rusiia habla de decisión catastrófica
En respuesta, el metropolitano Ilarión, jefe de Exteriores de la Iglesia Ortodoxa de Rusia, anunció el 15 de octubre que el Santo Sínodo de la estructura eclesiástica había tomado la decisión de «romper totalmente la plena comunión con el Patriarca de Constantinopla».
Previamente, Alexander Volkov, portavoz de Cirilo I, afirmó que la decisión del Patriarcado de Constantinopla es «catastrófica» para su estructura y la ortodoxia mundial al «legalizar la escisión».
«Podemos catalogar de legalización de la escisión lo que fue aprobado en el Sínodo de la Iglesia de Constantinopla», dijo. «Hoy el Patriarcado Constantinopolitano toma decisiones catastróficas, ante todo para sí mismo, y también para toda la ortodoxia mundial», agregó.
Así, Volkov recalcó que el patriarca Bartolomé de Constantinopla «no ha escuchado las múltiples voces que se oían en todas partes del mundo ortodoxo» y «ha traspasado una 'línea roja'» con su decisión.
En esta misma línea se expresó la Iglesia Ortodoxa de Ucrania del Patriarcado de Moscú, que apuntó que aún está a la espera de los documentos oficiales que confirmen la decisión, que ha descrito como «ilegal».
Tensiones entre Ucrania y Rusia
Las tensiones en torno al futuro espiritual de Ucrania emanan del grave deterioro de las relaciones entre Kiev y Moscú tras la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y los enfrentamientos en el este de Ucrania entre el Ejército y separatistas prorrusos.
Ucrania acusa a la Iglesia Ortodoxa rusa de ejercer una influencia negativa en su territorio y de actuar como herramienta del Kremlin para justificar sus acciones.
En este sentido, Poroshenko destacó tras la decisión del 11 de octubre que «las decisiones del Patriarcado Ecuménico y el Sínodo disipan finalmente las ilusiones imperiales y las fantasías 'chovinistas' de Moscú». «Es una cuestión de nuestra independencia, seguridad nacional, estatalidad y de geopolítica mundial», resaltó.
Por contra, el Kremlin se ha opuesto a la decisión, al tiempo que ha argumentado que se opone a cualquier medida que pueda llevar a una división en la fe ortodoxa. El cisma sería el mayor desde el Cisma de Oriente y Occidente –o Gran Cisma–, en 1054.
Raíces ortodoxas de ambas naciones
Ucrania y Rusia trazan sus raíces cristianas ortodoxas hasta Vladimiro I de Kiev –San Vladimiro Sviatoslavich el Grande–, el príncipe cuyo bautismo en el año 988 en Kiev llevó a la cristianización de la región, entonces conocida como el Rus de Kiev.
El Patriarcado de Moscú, alineado con la Iglesia Ortodoxa Rusa, fue dominante en Ucrania, pero ha sido desafiado por el Patriarcado de Kiev, formado en 1991 tras el colapso de la Unión Soviética.
Liderado por Filaret, ha apostado por una independencia de la Iglesia ucraniana y un acercamiento a Occidente. El propio Filaret ha sido muy crítico con las autoridades rusas y ha llegado a decir que el presidente del país, Vladimir Putin, está poseído por Satanás.
El Patriarcado de Moscú ha negado en todo momento que su Iglesia suponga una amenaza para la seguridad de Ucrania y ha resaltado que ha llevado a cabo muchas acciones para promover la paz en el este del país.
La Iglesia Ortodoxa rusa decidió en septiembre suspender su participación en las estructuras encabezadas por el patriarca Bartolomeo por su apoyo a Ucrania, y ha llegado a amenazar con dejar de reconocerle como 'primus inter pares' en el mundo ortodoxo.